FITZCARRALDO

FITZCARRALDO
FITZCARRALDO. Werner Herzog. Klaus Kinski

jueves, 18 de noviembre de 2010

COCO ANTES DE CHANEL


TÍTULO ORIGINAL Coco avant Chanel

AÑO 2009 

DURACIÓN 110 min.  

PAÍS   Francia

DIRECTOR Anne Fontaine
GUIÓN Christopher Hampton, Anne Fontaine, Camille Fontaine, Anne Wiazemsky (Libro: Edmonde Charles-Roux)
MÚSICA Alexandre Desplat
FOTOGRAFÍA Christophe Beaucarne
REPARTO Audrey Tautou, Alessandro Nivola, Marie Gillain, Emmanuelle Devos, Benoît Poelvoorde
PRODUCTORA Haut et Court / Warner Bros. France / France 2 Cinéma / Canal + / Ciné-@ / Ciné Cinéma
PREMIOS 2009: Oscar: Nominada al mejor vestuario
2009: Premios del cine europeo: 3 nominaciones: música, premio a la excelencia, premio del público.

GÉNERO Drama | Biográfico. Moda

Clasificación : Vale la pena

Gabrielle, una niña que tendrá unos cinco años, callada y retraída, es internada en un orfanato dirigido por religiosas. Al entrar  fija su mirada de niña asustada es en esa suerte de pajarraco blanco que las monjas llevan por sombrero.  Es esa mirada la que nos hace presentir, desde el comienzo de la historia, que Gabrielle tiene un talento especial, una finísima sensibilidad hacia los atuendos, esa suerte de disfraces que por  muy distintas razones desde siempre los hombres nos hemos colgado para ocultar y, también, insinuar nuestra desnudez.

Coco antes de Chanel  cuenta los primeros años de Gabrielle  una modesta niña que desde muy temprano deja ver  su inconformidad creativa con el modo de vestir que la rodea. Es ella misma la que empieza, con su vestir adusto y un tanto masculino, a diferenciarse de una moda femenina marcada por la exuberancia sin gusto; una moda  que privilegia el vestido y menosprecia, como si tratase simplemente de un maniquí, a quien lo lleva.

La película se centra en esta Gabrielle a quien desde muy temprano se la llama Coco.  Una mujer que no sólo se reveló  contra el modo de vestir de su momento, sino que disintió del modo mismo de entender y valorar, en pareja y en sociedad, el rol de la mujer. Veía, con una mezcla de pesar y asco, como las mujeres que la rodeaban centraban todos sus anhelos en un hombre idealizado que las haría reinas. Como la inmortal Emma de Madame Bovary,  todas obnubiladas por la romántica caricatura de la espera apasionada de su príncipe azul. Ella, la desconcertante y deslumbrante Coco, no podía ser como las otras. Ni en el vestir ni, mucho menos, en la manera de ser. A fin de cuentas para la Coco en el vestir se revela la forma de ser. 

Anne Fontaine la directora de Coco antes de Chanel  intentó resaltar los rasgos de un personaje sobre el cual se pueden construir - y se han construido ya -  historias repletas de rebeldía, creatividad y pasión. Que tanto lo haya logrado la Fontaine en Coco antes de Chanel  es cuestión de gustos y apreciaciones subjetivas. Yo me atrevería a decir que Coco gusta y entretiene pero no zarandea, no conmueve. El personaje, encarnado por la bella Audrey Tautou, nos atrae sin llegar a enamorarnos. Quizás se deba - y eso sería un punto a favor de la película - a que así precisamente era la Coco: encantadora pero a la vez inaccesible, turbulenta pero siempre distante y fría. En esto la interpretación que hace la Tautou de Coco se diferencia abiertamente de la interpretación que su coterránea Marion Cotillard hizo de la gran Edith Piaf en la Vie en Rose. Personalmente no creo que de esta comparación deba resultar ganadora la actuación de la Cotillard. Lo que sucede es que siendo ambos fascinantes como personajes, la Piaf era un torrente incontrolado de sentimientos y pasiones mientras que la Coco era, como sus elegantes diseños, sobriedad y cuando más insinuación, nunca provocación. Ambas actrices logran trasmitir tan disímiles temperamentos. 

Varias cosas por destacar de Coco antes de Chanel: la escena del mar que nos muestra a los pescadores con su botín de pescados plateados que luego serán  la imagen de una camiseta o  el motivo de un exuberante sombrero; las frases ácidas y cortantes con las que Coco juzgaba sin compasión a una sociedad adherida a valores de pacotilla y la escena final en la que,  servida por la multiplicación de imágenes que provocan los espejos, la cámara nos deleita con el desfile de modelos y, entre ellas, siempre discreta, siempre enigmática, sentada en la escalera, la bella Coco. 

Hay películas que tan pronto empiezan nos activan el sensor de la apreciación crítica; hay otras en cambio, como Coco antes de Chanel, que nos lo adormecen y nos dejan pasearnos sin prevención por una historia a la que quizás pudo faltarle ritmo, fondo y tensión pero a la que le sobró, como a un buen diseño, belleza, discreción y el secreto encanto de la insinuación.

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