FITZCARRALDO

FITZCARRALDO
FITZCARRALDO. Werner Herzog. Klaus Kinski

martes, 26 de febrero de 2013

EL VUELO



TÍTULO ORIGINALFlight
AÑO2012
DURACIÓN138 min
PAÍSEstados Unidos
DIRECTORRobert Zemeckis
GUIÓNJohn Gatins
MÚSICAAlan Silvestri
FOTOGRAFÍADon Burgess
REPARTODenzel WashingtonKelly ReillyDon CheadleBruce Greenwood,
John Goodman James Badge DaleMelissa LeoNadine Velázquez,
Brian GeraghtyDane DavenportTamara Tunie,Garcelle Beauvais,
Alex FrostKwesi BoakyeE. Roger Mitchell
PRODUCTORAImageMovers / Paramount Pictures / Parkes/MacDonald Productions
WEB OFICIALhttp://www.paramount.com/flight/
PREMIOS2012: Oscars: 2 nominaciones: mejor actor (Washington) y guión original
2012: Globos de Oro: Nominado a mejor actor drama (Denzel Washington)
2012: Critics Choice Awards: Nominada a mejor actor (Washington)
2012: Satellite Awards: Mejores efectos visuales. 6 nominaciones
GÉNERODrama | AvionesCatástrofesAlcoholismoDrogas

Calificación : Vale la pena


Hay objetos que tienen una clara e inequívoca relación con un oficio, con una institución o con cualquier otro referente al que conducen por una asociación universalmente divulgada. Las gafas oscuras de forma ovalada y marco dorado son, en este sentido, el símbolo del piloto de avión, el emblema del aviador. Y así como ese elemento está atado al oficio, el oficio también está ligado a un imaginario colectivo que identifica al piloto (siempre una figura masculina) con un hombre de mundo que hoy duerme en Chicago y mañana se levanta en Paris (o en cualquiera otra ciudad cuyo nombre evoque un mundo soñado) . Un hombre rodeado de mujeres bellas que debieran rendirse, tarde que temprano, a sus brazos y, en fin, un hombre sublimado tras un uniforme siempre bien planchado que tiene a su mando un inmenso pájaro metálico y en cuyas manos descansa, por unas buenas horas, la vida de decenas de personas.

En El vuelo, la última película de Robert Zemackis (Forrest Gump 1994, Náufrago 2000, El Expreso Polar 2004) inicialmente se nos propone la demolición de un mito pero al final, en un giro emotivo pero forzado, lo que sucede es exactamente lo contrario: su heroica reivindicación. Whip Whitaker (Denzel Washington) es un piloto que responde al paradigma deformado de su oficio: paso arrogante, gafas oscuras, simpatía fingida, amante azafata o auxiliar de vuelo y ese aire de yo me lo sé todo de cara al pilotaje de su nave. Muy pronto la película zarandea el mito. Whitaker se enfrenta a una emergencia. Los motores no responden y el avión pierde altura. La vida de más de cien pasajeros está en peligro. Whitaker se la juega toda y para contrarrestar la vertiginosa caída invierte el avión y lo pone a volar llantas para arriba. Después de esta intrépida hazaña logra un aparatoso aterrizaje en el que salva la vida de la gran mayoría pero en el que perecen algunos pasajeros y, también, algunos miembros de la tripulación. El mito se resquebraja cuando se sabe que Whitaker estaba bajo los efectos del alcohol y la cocaína cuando realizó tan inusual maniobra. Ya no estamos ante el ídolo de los cielos sino ante un hombre acosado por sus fantasmas; un hombre que es capaz de voltear un inmenso avión en pleno vuelo pero al que lo voltea una botellita de vodka de esas que sirven en esos mismos inmensos aviones.

El vuelo no es un aeropuerto más y quiero con ello decir que en la película de Zemackis lo importante no es, como en toda la zaga de aeropuertos (Aeropuerto 75, Aeropuerto 77 y Aeropuerto 79),  la emergencia aérea y la forma como se la enfrenta, sino el drama humano que tiene que encarar el piloto después de ella. Ya sin su uniforme, ya sin sus gafas oscuras, Whitaker se enfrenta a sus demonios y ve como sus  miedos ocultos  superan sus fingidas seguridades. Es en medio de ese derrumbe que conoce a Nicole (Kelly Reilly) otra adicta que comparte su hecatombe pero que le hace ver la importancia de admitir la enfermedad y la necesidad de fundirse en ella para poder superarla. Nicole nos recuerda por un momento a Sera (Elisabeth Shue) la compañera de Ben (Nicolas Cage) en la estremecedora Living las Vegas.

Lo fácil en el cine efectista es la veneración del ídolo, la consagración de la víctima, la reivindicación del débil, la sublimación de la causa. El vuelo arranca de otra forma y le apuesta a la contra cara del héroe mostrándonoslo en la postración de su vicio, en la penuria de su soledad. Esta visión nos acerca al hombre y nos aleja del mito con una aproximación que nos hace temer por un desenlace frío y demoledor. Pero no.  Zemeckis es Zemeckis, Washington es Washington y el cine americano es, por antonomasia, moralizante y esperanzador. En el borde de la línea cuando sobre todo se cierne un desenlace propiciado por la mentira, la hipocresía institucional y la debilidad humana, la película da un giro repentino y ese hombre, hasta ese momento empapado en culpa y alcohol, emerge del hoyo y se viste de héroe ya no para comandar un avión en caída sino para asumir sus faltas y declararse , ante un mundo que estaba dispuesto a encubrirlo y perdonarlo, culpable.

El guión de John Gatins se fue por la línea fácil y prefirió un final edificante y confortable en el que triunfan el sacrificio y la verdad a  aquel otro, sombrío y amargo, en el que la partida se la llevan la intriga, la ambición y la mentira. La pregunta es si El vuelo se demerita en ese último kilómetro de travesía por haber optado por un final moralista en vez de uno amoral, cuando no derrotista. Más que finales felices o desolados lo que toda película necesita es un final que se amolde a su estructura y sepa redondearla. En otras palabras, un final apropiado. En El vuelo queda el sinsabor de un desenlace sobrepuesto porque la película venía apostándole a la fragilidad humana y es en el momento culminante de la cinta donde esa sinceridad de derrumba para cederle el paso al hombre que se levanta de sus cenizas,  que encara su condena y que, en fin, termina pareciéndose de alguna manera a aquel otro de caminar arrogante y gafas oscuras de aviador. Ha de ser nuestra mediocridad la que explica esa insaciable sed de héroes que mantenemos.

miércoles, 13 de febrero de 2013

LAS NIEVES DEL KILIMANJARO


TÍTULO ORIGINALLes neiges du Kilimandjaro (The Snows of Kilimanjaro)
AÑO2011
DURACIÓN109 min
PAÍSFrancia
DIRECTORRobert Guédiguian
GUIÓNRobert Guédiguian (Poema: Victor Hugo)
MÚSICAPascal Mayer
FOTOGRAFÍAPierre Milon
REPARTOAriane AscarideJean-Pierre DarroussinGérard Meylan
PRODUCTORAAgat Films & Cie / Ex Nihilo / France 3 Cinéma
PREMIOS2011: Premios Cesar: Nominada a Mejor actriz (Ariane Ascaride)
2011: Festival de Cannes: Sección oficial a concurso
2011: Festival de Valladolid - Seminci: Espiga de Plata, Premio del Público
GÉNERODrama | Drama social
Calificación : Muy recomendada

Las nieves del Kilimanjaro llegó a nuestra cartelera comercial a finales del año pasado descolgada de la programación  de la más reciente versión del  festival de cine francés. Creo no equivocarme si afirmo que Las nieves del Kilimanjaro (2011) es la primera película que vemos en la cartelera colombiana del director francés Robert Guédiguian. En su filmografía figuran películas como Marie-Jo y sus dos amores (2001) La ciudad está tranquila (2000) y El dinero da la felicidad (1992). Si  otras películas de Guédiguian se han proyectado en las salas bogotanas o, en general, en las colombianas,  ha de haber sido por su programación en otros festivales o por su exhibición en algún círculo cerrado.  Lo cierto, lo triste y cierto, es que estamos ante un director desconocido cuyo trabajo - por lo que puede verse en Las nieves del Kilimanjaro - está cargado de sensibilidad, emotividad y talento.


Antes de arriesgar unas líneas sobre Las nieves del Kilimanjaro, tengo que decir que a Bogotá y en general a Colombia, le sigue faltando una oferta cinematográfica que rompa el esquema tradicional de una cartelera comercial, apenas diversificada por los meritorios pero a la vez muy contados festivales que se realizan durante el año en distintas localidades del país.  Sería fantástico toparse en la cartelera con un par de salas que proyectaran, que sé yo, las películas de Billy Wilder o las del maestro Ozu o las de Buñuel o, cuando menos, que proyectaran un par de veces al año El Padrino, La Pandilla salvaje o, porque no, Desayuno con diamantes. En muchas otras ciudades del mundo hay teatros que se especializan en este tipo de programaciones. Seguramente no serán las más rentables pero estoy seguro que debe haber algún sistema de subsidios o patrocinios que permita esta opción.  Desde hace años veo con gran satisfacción que nuestras salas de cine, las especializadas en una programación no estrictamente comercial,  tienen muy buenas asistencias. Hablando tan solo de Bogotá, estoy seguro que muchos de los que hoy van o vamos a los teatros de la Avenida Chile o a los de Cinemanía o al Cinema Paraíso en Usaquén irían o iríamos felices un sábado en la noche  a ver El hombre que mató a Liberty Valance de Jhon Ford o, más acá en el tiempo, Alguien voló sobe el nido del Cuco de Milos Forman o Terciopelo azul de David Lynch. Anochecerá y, literalmente, veremos.

Vuelvo a  Las nieves del Kilimanjaro para decir que es una de esas películas que se pasean, sin manosearlo, por el sentimiento humano. Michel (Jean Pierre Darroussin) es un sindicalista que queda desempleado por un recorte de personal. Es con ocasión de este retiro forzado y anticipado que Michel se dedica a esos oficios mínimos de sacar de sus vainas unos fríjoles, voltear unas salchichas en el asador dominguero, corretear en la playa a sus nietos o, simple y llanamente, contemplar con Marie-Claire, su mujer (Ariane Ascaride) el desvanecimiento que provoca el inexorable paso del tiempo. Un evento inesperado y doloroso hará que él y quienes lo rodean exterioricen sus sentimientos – y sus resentimientos – frente a una sociedad sumida en la insensatez.

El trabajo de Guédiguian está bien balanceado. Las nieves del Kilimanjaro no es el retrato reblandecido de la solidaridad humana ni es tampoco el análisis inerte y frío de las penurias de una clase que lucha por proteger sus conquistas materiales. La película de Guédiguian es un tributo discreto a esa posibilidad que todos tenemos de ser algo más que ese proyecto  de seguridad económica condenado siempre a su connatural insatisfacción.

Las nieves del Kilimanjaro restaura la opción vital de servirle al otro en lugar  de dilapidar  nuestra vida enfrentándolo. El planteamiento narrativo de Guédiguian parte de la utopía obrera de los sesentas cuando la bandera de la igualdad provocó que los puños inconformes se levantaran  y que las plazas uniformadas de overoles entonaran, obnubiladas por un sueño,  hipnóticos himnos de protesta.  Ese fue el entorno que vio crecer y madurar a Michel; fue al amparo frágil de ese ideal que formó su familia y fue ese sueño el que Marie Claire aprendió a compartir pero con la honda convicción de que después y antes de la aspiración igualitaria siempre ha estado la libertad del individuo. Al sueño igualitario de los sesenta lo fue agrietando el paso del tiempo; los líderes combativos envejecieron y sin darse apenas cuenta se convirtieron en una nueva especie de burguesía arrinconada  y un tanto avergonzada. Las nuevas generaciones crecieron con otras ambiciones; sus círculos se estrecharon y donde sus padres vieron la esperanza de un bienestar colectivo, aquellas apenas si ven la inmediatez de su seguridad material.

Los hijos de Michel y Marie Claire asisten, con un inevitable dejo de incomprensión y descalificación, al ocaso de sus viejos.  Lo propio le pasa a la nueva generación obrera en cuyo vocabulario soez y temerario no figura la palabra sacrificio.  En esta transición generacional, callada y tensa, surge el incidente del que  Guédiguian se servirá para resolver de una manera dialéctica esta confrontación de visiones.  Ni ganará la tesis, revaluada ya, de una lucha de clases como antesala necesaria  para alcanzar la justicia social, ni ganará su antítesis, capitalista y desalmada, de un mundo en el que solo cabe competir para alcanzar el confort material. La síntesis que nos propone Guédiguian es la discreta comprobación de que el hombre sigue siendo capaz de darse al otro, no como expresión de un sacrificio o una frustración, sino como manifestación de un acto justificante y liberador.

Sin la pesadez propia de este discurso, Las nieves del Kilimanjaro lo abordan a través de una familia común y corriente que cree en sus valores pero que también cree en la legitimidad del gozo que provoca un buen asado el domingo en la tarde o en la felicidad fugaz , lo son todas, de un viaje para conocer las nieves del Kilimanjaro.

Guédiguian pudo evitar el giro final de su película habiéndola hecho desembocar en ese terreno baldío al que siempre conduce la hegemonía de cualquier ideología. Optó por otra cosa y ante la inminente desolación arrojó el salvavidas de la solidaridad y la compasión. Forzada e innecesaria salida de ternura?  Giro caramelizado que demerita un relato sobrio y bien contado? Abdicación frente a ese imperativo pseudo moral que siempre demanda  finales esperanzadores o aleccionadores? No creo. La mirada que propone Las nieves del Kilimanjaro es una más entre las tantas posibles y lo importante es que la película logra matricularnos, no en una moral abstracta, sino en esa otra moral, ordinaria y cotidiana, que  soporta la relación con todos aquellos que nos rodean.

Yo creo, contestando el interrogante que plantea el título de la obra de Stanley Cavell, El cine puede hacernos mejores?, que sí, que sí puede hacernos mejores no solo por el disfrute que nos provoca, sino por su indiscutible capacidad de multiplicarnos los ojos para ver más y, especialmente, para vernos mejor. 

Nota a deshoras: Las nieves del Kilimanjaro es también el nombre de una película del año 52 dirigida por Henry King y protagonizada por dos grandes: Gregory Peck y Ava Gardner. Además es el nombre de la canción interpretada por Pascal Daniel que en el año 1967 fue número uno en listas y que se oye en la película. Los dejo con ella




domingo, 10 de febrero de 2013

OSCAR 2013




Hay cosas con las que siempre he soñado. Una de ellas  es inmiscuirme, como el hombre invisible, en la hechura de una buena película. Me fascinaría ver como se  selecciona un guión y como luego se conforma todo el equipo de producción. Emocionante asistir a la escogencia del reparto para presenciar como, por un instante, los convocados se desdoblan en el personaje deseado para demostrar que debieran ser ellos los elegidos.  Y después, al lado del director, seguir paso a paso todo el rodaje. En las pausas le echaría una mirada a los rieles por los que se deslizan esos cochecitos que le permiten a los camarógrafos seguir una escena en movimiento; si me hago a un buen café, bebiéndomelo recorrería los estantes donde se apila, ordenadísimo, el vestuario de los actores y volvería a la filmación para ver como es que alguien puede transportarse y ser otro con cuatro cámaras encima y un enjambre móvil de micrófonos asediándolo.  Confieso que quizás más que el propio rodaje me parecería increíble estar presente en el trabajo de edición. Quisiera ver como de todo ese material filmado se hace un perfecto collage al que no se le nota señal alguna de pegamento o unión.

Otra cosa con la que también he soñado, sin duda más banal y fatua, es asistir a una entrega de los premios Oscar. Aclaro que el sueño, como buen sueño que es,  es bastante pretencioso.  No se trata de conseguir una distante silla en el balcón o en la galería del famoso teatro Kodak. Tampoco se conforma mi sueño con que me sienten junto a un pretencioso pelotón de periodistas ni, menos aún,  que de compañeros me pongan a todos esos críticos  que posan de intelectuales diciendo que Django, el desencadenado,  se merece la estatuilla pero que están seguros que la Academia, predecible y blandengue,  se inclinará por Lincoln, el desencadenador. No. Yo lo que quiero, yo con lo que sueño, es  con me acomoden en las primeras filas. Que me sienten en una de esas sillas en las que es prácticamente imposible que las cámaras no se posen porque está, sino en medio, cuando menos sí cerca de las  de Angelina y Brad, de Anne y Jessica, de Joaquim y Helen.  Una silla con esa leve molestia de tener, justo a tus espaldas,  al tan apetecido y nunca premiado George. Lo de omitir los apellidos es parte del sueño porque allí, estando con ellos, todos nos tratamos sin formalismos, como lo que somos, como grandes amigos.

El encanto de los sueños está más en tenerlos que en tener aquello que se sueña. El asistir al rodaje de una película quizás no sea tan fantástico como lo imagino y por eso mantener latente esa posibilidad tiene ya, de por sí, su propia fantasía.  De seguro que un puesto al lado de Steven o de Susan no es tan excitante como parece. Sucede además que alcanzado un sueño solemos de inmediato falsear en algo esa vivencia  retornándola , maquillada de recuerdo, al espacio moldeable de nuestros sueños. En la trillada pero no por eso menos cierta frase de  Shakespeare “somos del mismo material con que se tejen los sueños”.

Como muy probablemente el próximo 24 de febrero no estaré en el Kodak sino en el anónimo y cómodo sillón de mi casa viendo la premiación de los Oscares, vaticino ahora quienes serán los ganadores esa noche. Mis pronósticos no son de fiar porque acá en Colombia no hemos tenido la oportunidad de ver, ni varias de las películas nominadas, ni otras tantas vinculadas con las postulaciones a otros galardones. Mi voto - que además se da el lujo de postular a dos posibles ganadores - es entonces una inestable mezcla de lo visto y lo leído, de lo analizado y lo deseado, de ese inocultable deseo del acierto y del anticipado consuelo de que entre gustos ni puede haber derrotas, ni puede haber disgustos.

Mis Oscares en las principales categorías son:
Mejor película

MEJOR PELÍCULA

Nominados

                Amor (5 Nominaciones )
                Argo (7 Nominaciones )
                Bestias del sur salvaje (4 Nominaciones )
                Django desencadenado (5 Nominaciones )
                Los miserables (8 Nominaciones )
                La vida de Pi (11 Nominaciones )
                Lincoln (12 Nominaciones )
                La noche más oscura (Zero Dark Thirty) (5 Nominaciones )

Mi Oscar por: El lado bueno de las cosas / Django desencadenado

MEJOR DIRECTOR

Nominados

               Michael Haneke
 Amor (5 Nominaciones )
               Benh Zeitlin
 Bestias del sur salvaje (4 Nominaciones )
               Ang Lee
 La vida de Pi (11 Nominaciones )
               Steven Spielberg
 Lincoln (12 Nominaciones )
               David O. Russell
 El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook) (8 Nominaciones )

Mi Oscar por: David O Russell / Ang Lee

Mejor actor principal
MEJOR ACTOR PRINCIPAL

Nominados

               Joaquin Phoenix
 The Master (3 Nominaciones )
               Daniel Day-Lewis
 Lincoln (12 Nominaciones )
               Denzel Washington
 El vuelo (Flight) (2 Nominaciones )
               Hugh Jackman
 Los miserables (8 Nominaciones )

Mi Oscar por : Daniel Day-Lewis / Bradley Cooper

Mejor actriz principal
MEJOR ACTRIZ PRINCIPAL

Nominados

               Jessica Chastain
 La noche más oscura (Zero Dark Thirty) (5 Nominaciones 
               Quvenzhané Wallis
 Bestias del sur salvaje (4 Nominaciones )
               Emmanuelle Riva
 Amor (5 Nominaciones )
              Jennifer Lawrence
 El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook) (8 Nominaciones )
               Naomi Watts
 Lo imposible


Mi Osar por: Jennifer Lawrence / Jessica Chastain

Mejor actor de reparto
MEJOR ACTOR DE REPARTO

Nominados

               Christoph Waltz
 Django desencadenado (5 Nominaciones )
               Philip Seymour Hoffman
 The Master (3 Nominaciones )
               Alan Arkin
 Argo (7 Nominaciones )
               Tommy Lee Jones
 Lincoln (12 Nominaciones )


Mi Oscar por: Alan Arkin / Christoph Waltz

Mejor actriz de reparto
MEJOR ACTRIZ DE REPARTO

Nominados

               Sally Field
 Lincoln (12 Nominaciones )
               Anne Hathaway
 Los miserables (8 Nominaciones )
               Helen Hunt
 Las sesiones
               Amy Adams
 The Master (3 Nominaciones )

Mi Oscar por: Anne Hathaway / Sally Field

Mejor película de habla no inglesa
MEJOR PELÍCULA DE HABLA NO INGLESA

Nominados

                No
                Amor (5 Nominaciones )
                Un asunto real
                Rebelle (War Witch)Kon-Tiki

Mi Oscar por: Amor / No
Mejor guión original
MEJOR GUION ORIGINAL

Nominados

               Michael Haneke
 Amor (5 Nominaciones )
               Quentin Tarantino
 Django desencadenado (5 Nominaciones )
               John Gatins
 El vuelo (Flight) (2 Nominaciones )
               Roman Coppola, Wes Anderson
 Moonrise Kingdom
               Mark Boal
 La noche más oscura (Zero Dark Thirty) (5 Nominaciones )

Mi Oscar por: Quentin Tarantino Django desencadenado / Roman Coppola, Wes Anderson Moonrise Kingdom
guión adaptado
MEJOR GUION ADAPTADO

Nominados

               Chris Terrio
 Argo (7 Nominaciones )
               Lucy Alibar, Benh Zeitlin
 Bestias del sur salvaje (4 Nominaciones )
               David Magee
 La vida de Pi (11 Nominaciones )
               Tony Kushner
 Lincoln (12 Nominaciones )
           David O. Russell
 El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook) (8 Nominaciones )

Mi Oscar por: Chris Terrio Argo / David Magee La vida de Pi.

Mejor cortometraje de animación
MEJOR CORTOMETRAJE DE ANIMACION

Nominados

                Adam and Dog
                Fresh Guacamole
                Head Over Heels
                Maggie Simpson: Un largo día de guardería
                Paperman


Mi Oscar por: Head over heels / Paperman