FITZCARRALDO

FITZCARRALDO
FITZCARRALDO. Werner Herzog. Klaus Kinski

domingo, 30 de septiembre de 2012

AMIGOS . INTOUCHABLES




TÍTULO ORIGINALIntouchables
AÑO2011
DURACIÓN109 min
PAÍSFrancia
DIRECTOROlivier NakacheEric Toledano
GUIÓNOlivier Nakache, Eric Toledano
MÚSICALudovico Einaudi
FOTOGRAFÍAMathieu Vadepied
REPARTOFrançois CluzetOmar SyAnne Le NyAudrey FleurotClotilde Mollet,
Joséphine de Meaux,
Alba Gaia BellugiCyril MendyChristian AmeriMarie-Laure Descoureaux,
Gregoire Oestermann
PRODUCTORAQuad Productions / Gaumont / TF1 Films / Ten Films /
Chaocorp production / Canal + / Cinecinema
WEB OFICIALhttp://www.intocable-lapelicula.com/
PREMIOS2011: Premios Cesar: Mejor actor (Omar Sy). 9 nominaciones.
2011: Festival de San Sebastián: Sección oficial no competitiva - Clausura
2011: Festival de Tokyo: Mejor película, mejor actor.François Cluzet & Omar Sy
2011: Nominada Premios David di Donatello: Mejor película de la Unión Europea
GÉNEROComediaDrama | AmistadDiscapacidadBasado en hechos reales
Calificación: Vale la pena


En un artículo publicado en la revista El Malpensante  (No. 132 – Julio 2012) la novelista mejicana Valeria Luiselli , refiriéndose a su gusto por el cine, escribió: “Tampoco es que tenga ahora un gusto más sofisticado o mayores exigencias; al contrario, me he vuelto más complaciente con casi todo. El problema es otro y me parece que tiene que ver sencillamente con descubrir un domingo, que uno dejó de ser – muy rápido y sin que nadie se lo advirtiera – la persona que era. Las películas que vuelvo a ver ahora son un espejo opaco de mi vida de entonces; de mi felicidad de entonces, tan distinta a la de ahora”.

Razón tiene la Luiselli y tanto la tiene que yo estoy seguro de que si hubiera visto Amigos a los diez y siete ( uno más que la fragilidad de los diez y seis y uno menos que la adultez impostada de los diez y ocho) me habría fascinado. No es sólo entonces que  vueltas a ver, las películas que alguna vez nos fascinaron luzcan ahora distantes y deslucidas. La cosa va más allá. Con el paso de los años el despreocupado regocijo de otrora se ha vuelto – y no tenemos como evitarlo – un ejercicio más elaborado en el que las joyas de entonces y también las de ahora - auténticas y falsas -  terminan perdiendo su brillo. Quizás podría concluirse que solo son verdaderamente buenas aquellas películas que resisten el embate del tiempo y que no importa quien y cuando las vea,  siempre obtendrán una buena nota. Pero no estoy seguro. Hay, sin duda, películas inmutables; esas pocas que vueltas a ver o que vistas por aquel que apenas inicia su travesía cinematográfica  o por aquel que ya la lleva bien recorrida, siempre merecerán el rótulo de buenas películas. Son relativamente pocas.  Son muchas en cambio aquellas, llamémoslas cambiantes, cuya nota sobresaliente depende más del calificador que de lo calificado. Inmutable, El Padrino I; cambiante, Amigos.

Intouchables (Intocables) su título original, es la última película del dúo conformado por  Olivier Nakache y Eric Toledano. Taquillazo en Francia ahora se da su  exitosa vuelta por las carteleras del mundo recogiendo a su paso un montón de aplausos emocionados y de billetes bien ganados. Philippe (Francois Cluzet) es un millonario postrado en una silla de ruedas que necesita ayuda permanente.  Driss (Omar Sy), un emigrante marginal que pareciera ser el menos indicado para cumplir esta función de acompañante, termina siendo el elegido. Imposible reunir temperamentos y mundos más dispares. Refinado el uno, elemental el otro; medido , introvertido y tímido el primero, desparpajado,  auténtico y vividor el segundo. Contra todo pronóstico entre seres tan opuestos surge una sólida amistad que le permite, al uno, arrimarse al riesgo no calculado que conduce a los momentos felices y, al otro, aproximarse al estremecimiento del impetuoso verano de  las Cuatro Estaciones de Vivaldi.

Hay algo en Amigos que sin demeritarla sí la debilita.  Todo fluye sin el más mínimo tropiezo y a muchas de sus escenas les sobran no pocos gramos de emoción postiza. Exagerado el perfecto encaje entre piezas tan distintas. Hay una sensación - no se puede negar que placentera - de artificio bien armado, de deliciosa manipulación de la emoción fácil rematada al final con el conocido truco de la aparición de los personajes reales y con la noticia sobre sus vidas. Una manera ingenua de hacerle creer al espectador que tanta empatía entre dos personas tan diversas no es una licencia permitida por la comedia fácil, sino una verdad  algo almibarada pero posible de toparnos en la calle. En esta oportunidad al cliché del cine francés, adusto, vacío y amargado lo destroza ese otro cliché del cine americano, emotivo, positivo y esperanzado.  Que de este cambio de tono salga o no una buena película no depende de esta variación de enfoque sino del resultado que se nos ofrezca como espectadores. En el caso de Amigos estamos, todo en su justo lugar, ante una comedia convincente y muy bien armada que se deja ver con un enorme placer y de la que sale con ese regocijo etéreo que suelen producirnos las películas con moraleja. Pero de este placer volátil a la permanencia propia de una buena película hay un trecho enorme. Amigos no tiene ni la profunda  ligereza de las buenas comedias,  ni la consistencia desestabilizadora y espesa de los grandes dramas. Patina son solvencia sobre una pista bien iluminada cuidándose mucho de no romperla y divirtiendo a las tribunas con unas exhibiciones cuyo efecto ya está más que probado.

Algo dice del público francés que Amigos haya batido el récord de taquilla de los últimos diez años. Dice que los franceses, también ellos, buscan mensajes reconfortantes y azúcares que los reconcilien, al menos por un rato, con la posibilidad de un mundo solidario y esperanzado. Dice que los franceses sentados ante la gran pantalla blanca también se dejan seducir por  esos estereotipos que, pese a los que suele pensarse, nunca  pertenecieron a una cultura determinada porque siempre han sido parte de ese patrimonio globalizado y universal que se llama la emoción humana. 
   

domingo, 2 de septiembre de 2012

AMIGOS CON HIJOS



TÍTULO ORIGINALFriends with Kids
AÑO2011
DURACIÓN107 min
PAÍSEstados Unidos
DIRECTORJennifer Westfeldt
GUIÓNJennifer Westfeldt
MÚSICAMarcelo Zarvos
FOTOGRAFÍAWilliam Rexer
REPARTOMegan FoxKristen WiigJon HammMaya RudolphChris O'DowdAdam Scott,
Edward BurnsJennifer WestfeldtSamantha Bee
PRODUCTORALocomotive / Points West Pictures / Red Granite Pictures
GÉNEROComedia

Calificación : Vale la pena

Se la anunció  con un afiche en el que se le proponía al lector escoger, entre tres, dos posibilidades. Amor, felicidad e hijos eran las tres opciones. Sugestivo juego mediante el cual se insinuaba el tema de Amigos con hijos , la película de la actriz y directora Jennifer Westfeld.

Tres parejas cuyos integrantes  bordean los cuarenta años están viviendo los avatares de la vida adulta. Dos de ellas tienen hijos y es evidente que la inercia de los años y la atención que demandan los chicos han ido atenuando ese resplandor que los llevó a vivir juntos y a  conformar una familia. El dúo restante, la propia Westfeld y Adam Scott,  no sabe bien si es o no una pareja. La conforman en la medida en que él y ella comparten muchas cosas al punto de que, sin los sobresaltos de la pasión,  se sienten muy a gusto el uno con el otro dispensados como están de los desgastes, casi siempre engañosos, del cortejo y la conquista.  Pero a la vez no la conforman en la medida en que no han querido arriesgarse a vivir juntos; han eludido, con inteligencia creen ellos,  los roces y sinsablores que consigo trae la convivencia.  Las cosas se complican cuando en medio de esa relación sin ataduras ni compromisos deciden tener un hijo. Ha de ser posible, con ingenuidad piensan ellos,  compartir la emoción de un hijo sin tener que pagar por ello el alto precio de sus sobrevaloradas libertades.  Puestos a escoger dos entre tres (amor, hijos y felicidad) se le sobreponen a la regla y escogen las tres. De que tanto se las pueda agrupar o de que tanto dos de ellas excluyen necesariamente la tercera es de lo que se ocupa, con una discreta profundidad  que a simple vista no se advierte,  Amigos con hijos.

Varias cosas hacen de esta película una experiencia placentera y reconfortante. Placentera porque tiene ese tono leve y cuidadosamente elaborado de las comedias norteamericanas en las que todo parece bello, siempre enmarcado en ciudades con parques arborizados en los que la gente corre, monta bicicleta o empuja cochecitos . Ciudades en las que, llegada la noche, esa misma gente se reúne en bulliciosos restaurantes y en concurridas mesas ríe, come, conversa y, sin falta, toma vino tinto como si este fuera una impronta indeleble de la felicidad. Pero Amigos con hijos no se queda en esa suave ligereza propia de la comedia norteamericana, citadina, feminista y contemporánea.  Jennifer Westfeld se atreve a subir un peldaño más y le mete a la historia una pregunta honda formulada desde la lisura, quizás apenas aparente, de su trama. ¿Amar será una cuestión de saber convivir en medio de las arideces que provoca el paso del tiempo o será, ese esquivo amar, una cuestión de libertades que rechaza los devastadores efectos de la rutina? Esa es la pregunta que jalona toda la película y es ella la que, sin arruinar ese toque placentero de la comedia, la escala para dejarnos la reconfortante impresión de haber visto algo más que un divertimento de domingo en la noche.

El guión, la dirección y la actuación de la Westfeld tienen el mérito de no haber feminizado ni el enfoque ni el tratamiento de la historia. En ella se dan cita, sin privilegios ni prerrogativas, las visiones femenina y masculina de las vicisitudes de la vida en pareja cuando al fulgor inicial lo aplana, inmisericorde,  la monotonía de los días compartidos y ese encuentro, emocionante pero también agobiante, con unas criaturas llamadas hijos. Uno de los valores de esta película está en ponernos otros ojos, en asomarnos a unos hechos que con los nuestros seguramente habríamos valorado de otra forma. En Amigos con hijos nos parece que parcelas de verdad y razón acompañan cada una de las visiones y valoraciones de sus personajes. Es posible que nos identifiquemos más con algunas de ellas pero siempre quedará la conciencia de que, tratándose de relaciones humanas, una única razón y una única verdad no son más que imposiciones culturales, religiosas o institucionales que a la vuelta de la esquina se convierten en simples humaredas.

Lo que hace de Amigos con hijos una película remarcable  es que desde su fidelidad a la comedia ligera lanza dardos, discretos pero punzantes, para que a la sonrisa del espectador la suceda, proyectada hacia su propia vida, esa silenciosa pregunta de si en algún momento  nos hicimos a la idea de que  tarde que temprano el triángulo en cuyos vértices están la felicidad, el amor y los hijos, se desmorona para cederle su lugar a una línea que solo conecta dos de ellos.  

Sin estruendos moralistas y sin romanticismos  de pacotilla Amigos con hijos arriesga su respuesta frente a este interrogante y lo hace con la sencillez, el humor  y la frescura con los que siempre debería encararse la resolución de estas, nuestras grandes preguntas. 


sábado, 1 de septiembre de 2012

EL CABALLERO OSCURO: LA LEYENDA RENACE


TÍTULO ORIGINALThe Dark Knight Rises (Batman 3)
AÑO2012
DURACIÓN164 mi
    PAÍS  Estados Unidos
DIRECTORChristopher Nolan
GUIÓNChristopher Nolan, Jonathan Nolan (Historia: Christopher Nolan, David S. Goyer.
Personajes: Bob Kane)
MÚSICAHans Zimmer
FOTOGRAFÍAWally Pfister
REPARTOChristian BaleTom HardyAnne HathawayMichael CaineGary Oldman,
Joseph Gordon-LevittMarion CotillardMorgan FreemanMatthew Modine,
Ben MendelsohnJosh Stewart,Juno TempleJosh PenceNestor Carbonell,
Brett CullenTom ContiAlon AboutboulDaniel SunjataAidan Gillen,
Cillian MurphyLiam Neeson
PRODUCTORACoproducción USA-Reino Unido; DC Entertainment / Legendary Pictures / WBP
WEB OFICIALhttp://wwws.warnerbros.es/batman3/
GÉNEROThrillerAcciónDrama | SuperhéroesCómicDC ComicsSecuela


Calificación : Vale la pena

Suelo referirme a las películas que veo cargándolas de adjetivos. Digo - o escribo - de aquella que es, por ejemplo, austera, mesurada, discreta y contenida mientra que a aquella otra le atribuyo las notas de asertiva, inteligente, enigmática y desconcertante. Me encanta adjetivarlo todo y suelo olvidar que el uso indiscriminado de adjetivos siempre trae como efecto su propia desvalorización. Cuando tras el objetivo de lograr una acertada caracterización se abusa de los adjetivos, lejos de lograrla  lo que se obtiene es un amasijo muy distante de la precisión y enemigo de la concisión.

El caballero oscuro: la leyenda renace, la tercera película de Cristopher Nolan sobre el hombre murciélago, se presta, como pocas, para la desmesura en materia de adjetivos. Es tal la ambición de este tercer relato que todo en él parece cruzar la línea de la justa medida. La historia es,  sobretodo al comienzo, compleja al punto tal que el espectador se ve tentado a no seguirla al detalle y rendirse mejor al estruendo excesivo de sus escenas. Al reparto estable que rodea a Batman se suman ahora unos personajes - buenos algunos, otros no tanto - que en lugar de contribuir a la polarización entre las fuerzas del bien y del mal la diluyen y enredan. El recurso narrativo de brincar en el tiempo para resolver la intriga  se concentra en la parte final del relato restándole la fluidez que la historia demandaba. Son, en fin, muchos los excesos en esta tercera película y son ellos los que deslucen a un personaje al que se ha querido caracterizar por su soledad y su introspección.

El caballero oscuro: la leyenda renace es más un jolgorio visual que una buena película. Esta vez Nolan, brillante en sus antecesoras, se va por la línea fácil de privilegiar el entorno debilitando así al personaje y su historia. Pareciera ya no tener mucho que decir - ni que hacerle decir - al hombre enmascarado y es por eso que se va, a toda velocidad, por las autopistas paralelas diseñadas con las historias de los  nuevos personajes con el propósito de agruparlos al final con un Batman que a la postre resulta, entre tantos y tan intrincados relatos, opacado.

El que Batman sea – o, mejor, que lo hayamos convertido – en  el oscuro caballero de la noche no quiere decir  que deba limitarse a ser, con la insalvable dependencia de quien la proyecta, una mera sombra. En esta tercera entrega de la serie de Nolan son tantos y tan disímiles los elementos que rodean a Batman que este deja de ser el epicentro de la historia. Uno de los muchos aciertos de El caballero de la noche y de Batman Begins es que en ellas Batman se marca muy bien por el contraste con su entorno, por la confrontación no sólo con el mal organizado sino con el propio bien oficial cuyos protocolos no comparte. La inolvidable y ya emblemática actuación de Heath Ledger como el Guasón en El caballero de la noche no sólo le dio una arrasadora contundencia a este personaje sino que, por ese antagonismo extremo que revela ciertas proximidades,  enalteció las virtudes del que para muchos, yo entre ellos, es el héroe ficto de todos los tiempos. En esta nueva entrega Batman es más un referente de cohesión hacia el que confluye la narración que su motor de impulsión.

Del reparto de El caballero oscuro: la leyenda renace hay que destacar tanto a Joseph Gordon-Levitt como a Anne Hathaway. El primero porque con una actuación muy acertada y mesurada logró que su personaje rompiera el cerco vicioso y completamente artificioso que se ha armado en torno al homosexualismo de Robin, y la segunda porque esta nueva Gatúbela no es una felina secundaria sino una mujer cuya sensualidad está apuntalada, no tanto por su exuberante cuerpo como por su inteligencia sarcástica. De los otros dos malos, Tom Hardy y Marion Cotillard, solo decir que la estatura de una actuación depende no sólo de las virtudes del actor sino, en una muy importante medida, del perfil del personaje que este encarne. En este caso a la Cotillard y  a Hardy les encomendaron unos personajes cuya maldad ni siquiera se aproxima a la legendaria perversidad de ese Guasón  que Ledger se llevó a su tumba.

Admito que fracasé en mi intento de esquivar tanta adjetivación. Ha de ser, seguramente,  por lo mucho que me gusta el personaje de Batman. Verlo así, como lo vi  en El caballero oscuro: la leyenda renace , apabullado en medio de un despliegue forzado de música incidental, historias paralelas, personajes circundantes  y efectos especiales, me produjo cierta desazón. Prefiero a ese Batman que tiene que lidiar no solo contra el multiforme mal sino, también, contra los fantasmas de su propia humanidad. Si eche mano de más de los adjetivos que debieran haberse utilizado, fue con el fin de salvar al verdadero Batman de una manipulación disfrazada de exaltación. Hasta los super héroes necesitan de vez en cuando nuestra ayuda.