FITZCARRALDO

FITZCARRALDO
FITZCARRALDO. Werner Herzog. Klaus Kinski

domingo, 6 de febrero de 2011

Amor de familia



TÍTULO ORIGINAL Le premier jour du reste de ta vie

AÑO 2008 

DURACIÓN 114 min.    

PAÍS    Francia 

DIRECTOR Rémi Bezançon

GUIÓN Rémi Bezançon
MÚSICA Sinclair
FOTOGRAFÍA Antoine Monod
REPARTO Jacques Gamblin, Zabou Breitman, Déborah François, Marc-André Grondin, Pio Marmaï, Roger Dumas, Cécile Cassel, Stanley Weber, Sarah Cohen-Hadria, Camille De Pazzis, Aymeric Cormerais, Lyès Salem
PRODUCTORA Mandarin Films
WEB OFICIAL http://www.lepremierjour-lefilm.com/

GÉNERO Drama. Comedia | Familia


Clasificación : Vale la pena

Para quienes tenemos un conocimiento muy fragmentario del cine francés, Amor de familia es una película que sin abandonar ese inconfundible tono que tienen las películas francesas, no cae en el drama existencialista con el que solemos asociar, de seguro por tener acceso solo a una pequeña porción de su producción cinematográfica, el cine de ese país. 

Cuando hablo del tono amargo y complejo del cine francés pienso en películas como la Betty Blue de Jean Jacques Beineix o La pianista de Michael Haneke o La piscina de Francois Ozon. Cintas de las que se sale con un incómodo nudo en el alma, con una percepción sombría de que el ser humano ha ido extraviándose en laberintos en los que todo se vale para sortear como mejor podamos una existencia desposeída de sentido. No es esta, en cambio, la sensación que  nos queda después de ver Amor  de familia.  La película muestra los momentos determinantes de una familia parisina de clase media. La independencia del mayor de los hijos, el aborto  de la única hija, el amor extraviado del menor de los muchachos, las zozobras emocionales y afectivas de la mamá, la muerte del abuelo….Episodios cargados de sentimiento que se cuentan sin  la afectación del drama y sin el facilismo de la moraleja edificante. Amor de familia  logra una narración profunda pero  no densa y para ello se sirve, en justas dosis, de un humor que nos recuerda lo pasajera que suele ser la trascendencia.

Al igual que el  literario, el relato cinematográfico necesita momentos encumbrados. Me refiero a pasajes donde la acción se trepe, donde la emoción bordee la conmoción, donde los desenlaces cuesten muertes o besos o despedidas o insinuantes intrigas. Al cine no se lo concibe narrando historias anónimas e insulsas. Es más, cuando esto hace la intención subyacente es   redescubrir en la ordinariez el valor de lo cotidiano.

Amor de familia es una sucesión de momentos en los que confluyen y se entremezclan, al punto del conflicto agresivo, temperamentos muy disímiles. El gran mérito de la historia es que todos sus protagonistas, padres e hijos, son a la vez héroes y villanos. Ninguno tiene la razón pero todos tienen sus razones y es por eso que con todos ellos nos identificamos un poco, no quedándonos otra opción que quererlos así como son porque  es así, tal y como somos, que a tropezones nosotros mismos nos queremos.

El cine de Remi Bezancon nos recuerda la producción cinematográfica de su compatriota  Jean Becker a quien recordamos por películas como Conversaciones con mi jardinero o  La fortuna de vivir. En el cine de ambos se revela esa manera peculiar que tienen los franceses de encarar la existencia pero, más que esta, lo que en ambos también aflora es esa fe inquebrantable en la capacidad humana para superar las dificultades que nos depara la vida. No se trata ni de heroísmos, ni de santidades. Se trata de ir por el mundo expuesto y sin seguro  a sabiendas de que siempre habrá la posibilidad de una sonrisa   o  la de un recuerdo en la más inesperada esquina.

Como dice un noticiero, se nos queda en la retina la escena en la que el menor de los hijos participa en un concurso imitando, sin guitarra, a un guitarrista. Su padre lo  mira desde la barra y es también él  quien con su boca fruncida y sus ojos entrecerrados se funde momentáneamente  con su hijo para darle vida a ese Magic Fingers sobre el que se derraman  todas las luces del escenario y sobre el que se posa esa mirada de mujer que luego no será más que un fantasma.  Son momentos como este los que zarandean la narración cinematográfica y los  que hacen en ultimas que nos guste una película. 

1 comentario:

antu dijo...

nose como cai en este blog, solo decir que esta es una de mis peliculas favoritas y al no ser comercial la hace mas especial; creo que entre lo simple destacan detalles que te ponen la piel de gallina; uno de los momentos creo que es cuando la madre desinfla, en el coche, el cogin que la hija le regalo a su padre para un cumpleaños; ese momento me parece increible y me produce un monton de sensaciones; bueno sin mas que decir...me alegro que alguien mas comente esta peli ;) muy bueno