FITZCARRALDO

FITZCARRALDO
FITZCARRALDO. Werner Herzog. Klaus Kinski

martes, 26 de octubre de 2010

Escondidos en Brujas



TÍTULO ORIGINAL   In Bruges
AÑO
2008  
DURACIÓN
107 min.   
PAÍS
Reino Unido  
DIRECTOR  Martin McDonagh
GUIÓN  Martin McDonagh
MÚSICA  Carter Burwell
FOTOGRAFÍA  Eigil Bryld
REPARTO  Colin Farrell, Brendan Gleeson, Ralph Fiennes, Clémence Poésy, Jérémie Rénier, Thekla Reuten, Jordan Prentice
PRODUCTORA  Coproducción GB-Bélgica; Focus Features
PREMIOS  2008: Nominada al Oscar: Mejor guión
2008: Globo de Oro: Mejor actor - comedia o musical (Farrell). 2 nominaciones
2008: BAFTA: Mejor guión. 4 nominaciones
GÉNERO  Thriller. Drama. Comedia

Clasificación : Muy recomendada

El  thriller es simplemente un género o un subgenero cinematográfico cuyas películas se caracterizan por historias que giran en torno a hechos delictivos, misteriosos o, en todo caso, confusos y en las que el ritmo narrativo alterna emoción, tensión y suspenso. Los protagonistas del thriller son, en permanente confrontación, héroes y villanos que atraviesan situaciones extremas con desenlaces inesperados. El thriller está hecho para atrapar, para entrecortar la respiración de quien le ve. En sus comienzos al thriller solía asociárselo con historias policiales porque donde había un crimen tenía que haber un policía enmarañado en su resolución. Sin embargo el protagonismo policial se ha ido diluyendo y con el paso del tiempo la trama del thriller se soporta cada vez más en personajes complejos a los que no pocas veces encarnan deslumbrantes y temibles mujeres.  

Si un thriller es o se acerca a lo que se acaba de describir, Escondidos en Brujas no es el ejemplo clásico del thriller. De hecho cuando por género se la intenta clasificar, Escondidos en Brujas tiene el mérito - o el demérito, vaya uno  a saber -  de encajar en la siguiente mixtura: thriller, comedia y drama. Lo que pone en evidencia esta posibilidad de acopiar en una misma película géneros tan disímiles es, de una parte, el ingenio o la ambivalencia de su director y, de otra, el valor tan relativo de toda clasificación que se pretenda infalible.

En Escondidos en Brujas  dos asesinos a sueldo (Collin Farrell y Brendan Gleeson) terminan refugiándose en la ciudad más inapropiada para cualquier trama policial: la candorosa y encantadora Brujas. Uno a Brujas la asocia inmediatamente con un turismo bucólico, con calles estrechas y encantadoras, atiborradas de tiendas en las que se venden bordados para abuelitas. Si ni para historias de amor sirve Brujas, mucho menos ha de servir para un thriller policíaco. Pero es precisamente este desentone intencional en el que atina la película. A Brujas se la escoge para enmarcar la burla inteligente que jalona toda la película. El más joven de los asesinos se siente acorrolado en una ciudad anclada en el tiempo.  El otro, magistralmente interpretado por Gleeson,  apela a su sensibilidad artística para rescatar, de entre la rutina turística de la ciudad, su encanto cultural. Y es en medio de esta tediosa estadía que ambos esperan la llamada de su jefe (Ralph Fiennes), la llamada que habrá de devolverlos, sanos y salvos, a la zozobra de sus vidas, a su segura inseguridad.

A partir de este planteamiento se van entretejiendo situaciones que lindan con el absurdo. Enanos y prostitutas contrastan con las hordas de turistas. Unos y otras caricaturizan la ciudad medieval del ensueño y nos recuerdan, sin mayores aspavientos, que tanto paraísos como infiernos siempre van por dentro. Las ciudades son siempre nada más que un pretexto. Los diálogos son el diamante de la película; sobrios y plagados de un humor inteligente. La historia avanza salpicada de  destellos de comicidad y drama. No sabemos bien – y eso está bien – hasta donde va la burla. Quizás la película toda sea un gran burla pero planteada con una enorme seriedad. En este balance descansa el gran mérito  de Escondidos en Brujas.

La confluencia de géneros en Escondido en Brujas es todo un acierto. Lo que de comedia tiene aquilata el drama y lo que de drama tiene refina la comedia; el ritmo de thriller que las jalona a ambas impide, a la vez, las insulsas carcajadas y los momentáneos tormentos. En reemplazo de aquellas y de estos queda, emocionada, la sonrisa bien lograda.

Escondidos en Brujas es una de esas películas que se nos atraviesa en el camino desprovista de galardones, recomendaciones y títulos. Acá en Colombia pasó sin mayores reseñas y muy seguramente con discretas taquillas. Por eso es una suerte haberla visto y quizás también por eso su apreciación resulte más grata. Son cosas del cine. Un título  que ya está por abandonar la cartelera, meterse al cine sin ninguna guía y la grata sorpresa de encontrarse, sin predisposiciones ni avisos, con una película de la estatura y la genialidad de Escondidos en Brujas

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