FITZCARRALDO

FITZCARRALDO
FITZCARRALDO. Werner Herzog. Klaus Kinski

sábado, 7 de julio de 2012

UNA SEPARACION



TÍTULO ORIGINALJodaeiye Nader az Simin (Nader and Simin, a separation)
AÑO2011
DURACIÓN123 min
PAÍSIrán
DIRECTORAsghar Farhadi
GUIÓNAsghar Farhadi
MÚSICASattar Oraki
FOTOGRAFÍAMahmoud Kalari
REPARTOPeyman MoaadiLeila HatamiSareh BayatShahab HosseiniSarina Farhadi,
Kimia Hosseini,Babak KarimiAli-Asghar ShahbaziShirin Yazdanbakhsh
PRODUCTORAMemento Films / Sony Pictures / Asghar Farhadi
WEB OFICIALhttp://www.jodaeyenaderazsimin.com/
PREMIOS2011: Oscar: Mejor película de habla no inglesa.
2011: Festival de Berlín: Oso de Oro
2011: Globos de Oro: Mejor película de habla no inglesa
2011: National Board of Review: Mejor película extranjera
2011: Premios Cesar: Mejor película extranjera
2011: Critics Choice Awards: Mejor película extranjera
2011: Círculo de críticos de Nueva York: Mejor película extranjera
2011: Independent Spirit Awards: Mejor película extranjera
2011: Satellite Awards: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
2011: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor guión
2011: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
2011: Premios Guldbagge (Suecia): Mejor película extranjera
2011: British Independent Film Awards: Mejor película extranjera
2011: Nominada Premios David di Donatello: Mejor película extranjera
GÉNERODrama | FamiliaEnfermedadVejez
Calificación: Muy recomendada


Cómo puede una película ponernos de frente ante seres humanos que tanto se nos parecen? Pareciera suficiente  asegurar un buen reparto, un guión convincente y unas locaciones adecuadas. Para lo demás bastaría una cámara asertiva que captara, sin excesos pero también sin faltas, la historia y el talante de los personajes que se nos quieren transmitir. Sin embargo no basta todo esto para que sintamos como espectadores - como se siente en Una separación - que esos seres que vemos en la pantalla son inquietantemente reales. No son héroes, ni tampoco son  villanos. Se limitan a ser quienes son ante unas situaciones críticas que hacen aflorar en ellos, lo mejor y lo peor de su ordinaria condición humana. Ha de ser talvez la forma como  se ensamblan entre sí las piezas argumentales  la que provoca esa indescriptible sensación de estar, no ante hechos reales, pero sí ante una forma muy real, muy humana, de afrontar unos determinados hechos. Pero es sobre todo esa clara determinación de abandonar lo bullicioso, lo fingido, lo ideal y lo emotivo, lo que le confiere a este tipo de relatos su elemento diferencial. Una separación es, en sentido, una pieza cinematográfica magistral.

El matrimonio conformado por Nader (Peyman Moaadi) y Simin (Leila Hatami) atraviesa una profunda crisis .  Como ella no encontró en él el respaldo para irse  juntos de Irán  en búsqueda de una mejor fortuna,  Simin propone una separación formal .  Nader se opone  y defiende con obstinación la causa de su permanencia en su país y, más que en este, en su hogar. Según él, su lugar  es al lado de su padre a quien debe acompañar  en el padecimiento de un  Alzheimer que lo ha encerrado en un mundo de fantasmas y silencio . En medio de los dos y de sus obcecados razonamientos de disputa, su única hija se encierra,  aún más de lo ordinario,  en los incomprendidos resguardos de la adolescencia. Un enfrentamiento de Nader con la mujer que le ayuda a cuidar a su padre y a quien se vio forzado a contratar ante el abandono de su mujer,  desencadenará un serie de eventos que habrán de desnudar las muy distintas e inesperadas  consecuencias de la  ruptura.

Una separación es más la descripción de todo lo que trae consigo este tipo de rompimiento que una profundización sicológica en sus causas. A raíz del accidente de su empleada, Nader y toda su resquebrajada familia se ven envueltos en la maraña de un sistema judicial cuya precariedad queda sintetizada en un juez que imparte justicia como si de comerciar en un mercado persa se tratase. En medio de esta situación Asghar Farhadi nos muestra una Irán despojada de las falsedades que siempre nos transmiten las imágenes mediáticas; una Irán más convulsionada por los  micro conflictos  de sus habitantes que por los vaivenes de la política internacional.

La fascinante de Una separación es la caracterización de todos y cada uno de sus personajes.  Los hechos los culpan a todos y a todos se les puede, de alguna manera, exculpar frente a ellos. Nader tiene razón en  querer acompañar a un anciano frágil que si bien quizás ya no lo reconoce como hijo, él sí lo reconoce como padre;  uno entiende a Simin en su maternal y también femenino afán de procurarle a su familia y procurarse a sí misma, un entorno más promisorio. Y también podemos hacer nuestras otras causas que muestra la película: la del esposo de la empleada de Nader con un temperamento inestable y agresivo pero cuya desesperación se entiende viéndolo impotente ante los vericuetos de un sistema judicial que lo avasalla, La otra, la de una adolescente obligada a decidir entre unos padres que ingenuamente acuden a la mentira  para justificar sus comportamientos.  Provistos todos ellos de unas razones que por propias las creen irrefutables, se entrelazan en unos enfrentamientos que más allá de toda  frontera cultural, geográfica o ideológica, lo que hacen es llevarnos ante el espejo, para así reconocer el claroscuro de nuestra condición humana. Eso somos. Seres aferrados a esperanzas propias que más de una vez obramos, sin darnos apenas cuenta, como marionetas de unas razones pasajeras a las que nos empeñamos en darles  el dudoso pasaporte de la verdad. 

Con un tono sobrio,  Una separación logra un retrato perturbadoramente exacto del hombre  que somos. El cine nos ha mal enseñado a las caracterizaciones retocadas del ser humano. Malos perversamente malos o buenos de bondad caricaturesca. Y somos otros. Somos los Nader y los Simin que sobrellevamos a diario nuestra existencia aferrados a esas precarias razones - armazón de verdades y mentiras - que hemos moldeando como nuestras y en las que se dan cita, como en la canción, cosas santas y, también, cosas mundanas.


1 comentario:

Wílliam Venegas Segura (DW) dijo...

Le tengo respeto y admiración al cine iraní. Por su riqueza conceptual y por sus expresivas maneras para narrar. Me convencen los directores iraníes: los que hacen cine en Irán o los que han optado por el exilio por razones políticas. A Irán, los países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, lo acusan de muchas cosas. Yo solo lo acuso de hacer muy buen cine. Ahora, en Costa Rica, el estreno de la película Una separación (2011), de Asghar Farhadi, solo viene a confirmar mi opinión. Escrita por el propio director, la historia de esta película es profundo reflejo del drama familiar pasado entre situaciones políticas, convicciones religiosas, condiciones económicas y motivaciones humanas. Es muy fino el bisturí que usa el director Asghar Farhadi.Con personajes muy bien delineados, perfectamente definidos, esculpidos desde la esencia misma de lo humano, las actuaciones son sorprendentes. El desarrollo de los diálogos es vibrante, inteligente y comprometido. La casi total ausencia de música los refuerza: opción riesgosa. Es parte de una película vitalista, movida por las energías de sus propios personajes. Una separación es película que ningún cinéfilo, ninguno, puede pasar por alto. Verla es un privilegio