TITULO ORIGINAL | Deux jours à Paris (2 Days in Paris) | ||
AÑO | 2007 | ||
DURACIÓN | 96 min. | Trailers/Vídeos | |
PAÍS | Francia | ||
DIRECTOR | Julie Delpy | ||
GUIÓN | Julie Delpy | ||
MÚSICA | Julie Delpy | ||
FOTOGRAFÍA | Lubomir Bakchev | ||
REPARTO | Julie Delpy, Adam Goldberg | ||
PRODUCTORA | Samuel Goldwyn Films | ||
Clasificación : Buen plan
Si además de protagonizarla, dirigirla, ser su guionista y directora de fotografía, los papás reales son también los papás en la película, cualquier cosa se puede esperar.
Si además de protagonizarla, dirigirla, ser su guionista y directora de fotografía, los papás reales son también los papás en la película, cualquier cosa se puede esperar.
Estoy hablando, por supuesto, de la adorable Julie Delpý a la que en 2 días en París sólo le falta – y casi lo alcanza – ser su propia cooprotagonista. Una pareja (Marion y Jack) regresa a su casa en los Estados Unidos y antes de hacerlo se detiene, apenas por un par días, en la que fuera, ha dejado tanto de serlo, la romántica París. Ambos encarnan los más caricaturescos estereotipos de sus ciudades de origen: él, neoyorquino, se cree ciudadano del mundo pero cuanto le pesan sus fardos morales y sus adolescentes celos. Ella, parisina, es la muestra esnob de un vacío intelectual que ve en la marginalidad, por el solo hecho de serlo, una muestra incontrovertible de la incomparable e inalcanzable cultura francesa.
Intentarán durante esos dos días reencontrarse como pareja y sólo hallarán la brecha inmensa que los separa. El tiempo y el inevitable surgimiento de los seres diversos que son, condena la pareja a un eterno diálogo inteligente donde antes hubo caricias, sexo e ilusión.
2 días en Paris nos recuerda, por la Délpy, sus inolvidables “Antes del amanecer” (1995) y “Antes del atardecer” (2004). Dos entrañables películas de Richard Linklater que tienen ese encanto de la pareja que se asoma a la separación pero desgrana con pasión el último momento y, también, la esperanza de un reencuentro.
La Delpy dirigiéndose, fotografiándose y actuándose quiere ser distinta a la Delpy de Linklater y, para su infortunio, lo logra bien. Su encanto es ahora acidez y su madura ingenuidad se ha convertido ahora en una insulsa madurez. Por supuesto sé que es injusto anclarla en el personaje de estas dos películas y más injusto o, mejor, más impropio, valorar una película asido al recuerdo de aquellas otras hermanadas entre sí y que con esta sólo tienen de común a su protagonista. Pero los enamoramientos cinematográficos son así: injustos e impropios y viendo a la Delpy de 2 días en Paris quisiéramos rescatar, tras su rostro, el otro que también fuera suyo y, sobretodo, recuperar a la otra Delpy que tanto quisimos.
2 días en Paris está salpicada de sarcasmo, burla, humor e inteligencia. Y cuando digo salpicada me atengo a la imagen que la palabra evoca: gotas que no cubren la superficie, la ensucian o, en el mejor de los casos, se oponen a su uniformidad, a su lisura o a su simple limpieza. Y como el humor inteligente siempre entretiene, 2 días en Paris se recomienda apenas por entretenida. Se la pasa bien viéndola y uno se ríe, quizás no tanto por París y sus amores difíciles, sino por un cierto y distorsionado reflejo en el que, quizás sin darnos cuenta, nos reconocemos.
A la salida del teatro me detuve en un afiche promocional de la película que compara a la Delpy con Woody Allen. Decía algo así como que Woody Allen es a Nueva York lo que Julie Delpy es a Paris. Las frases publicitarias, esas que pretenden resumirlo todo con una frase recordable e inteligente, se arriesgan a todo. Una cosa son las salpicaduras de humor inteligente de la Delpy en 2 días en Paris y otra, bien distante, esa ciudad lograda que es Nueva York en la filmografía de Wody Allen.
Para quienes nos enamoramos de la Delpy en las películas de Linklater, 2 días en París quedará siendo apenas un pretexto para volver a ellas y olvidar pronto el puente que nos condujo de regreso.
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