|
Si me ponen a escoger entre un buen guión con
actores del montón y un guión del montón con buenos actores, sin dudarlo me quedo con el buen guión
en manos de actores discretos. Prefiero la película cuya historia es mejor que sus actores, que aquella a cuyo reparto le queda chica la historia que se cuenta. En El exótico hotel Marigold es
clarísimo que mientras que el reparto destila profesionalismo y genialidad, su guión apenas si rezuma mediocridad.
En la nueva película John Madden (entre otras suyas, La Deuda, 2011 y Shakespeare in love, 1998) un heterogéneo grupo de setentones ingleses decide buscar suerte en un hotel de la India que ofrece en sus folletos publicitarios toda suerte de ignotas maravillas.
En la nueva película John Madden (entre otras suyas, La Deuda, 2011 y Shakespeare in love, 1998) un heterogéneo grupo de setentones ingleses decide buscar suerte en un hotel de la India que ofrece en sus folletos publicitarios toda suerte de ignotas maravillas.
La sola forma de plantear la
historia permite anticipar la cascada de clichés con la que se armará la
película. Bangalore, la ciudad donde se desarrolla la manipulación facilista de
la película, es, como tenía que ser, una ciudad colorida, caótica y bulliciosa
en la que sus habitantes se mueven bajo el impulso primario de un comercio
callejero surcado por zigzagueantes rickshaws, los emblemáticos bicitaxis de algunas ciudades indias. Es en medio de estas calles, que más parecen ventorrillos en
día de fiesta, que nuestros flemáticos ingleses se encontrarán consigo mismos;
serán los rostros achocolatados y silentes de sus habitantes y el estallido de colores de sus toldos los que terminarán royendo las corazas que todos traían y
que tanto los ensombrecían y entristecían. En el ocaso de sus vidas será un hotel desvencijado y sucio
el que les permitirá reconocerse, aceptarse y, a partir de ese hallazgo tardío, encarar el último kilómetro de sus vidas.
Será posible un empastado más
tópico que el acabo de describir? Todavía
hay alguien que se trague el embuste de que no hay más que pisar suelo indio
para que una irrefrenable ventisca de espiritualidad nos brille el alma? Como
es posible que aún perdure esa visión colonialista que se empeña en mostrarnos
las ciudades indias como unos bazares pintorreteados henchidos de baratijas? Habrá alguien todavía dispuesto a comprar el falsete según el cual solo en el misterioso oriente es factible, por una suerte de indescifrable sortilegio, volver
a amar?
El exótico hotel Marigold es una burda suma de todos estos lugares comunes. Lo que pudo haber sido una inmersión en el encuentro de unas culturas que recíprocamente se han enriquecido y también contaminado, se queda en un divertimento barato con tufillo de novelita espiritual.
El exótico hotel Marigold es una burda suma de todos estos lugares comunes. Lo que pudo haber sido una inmersión en el encuentro de unas culturas que recíprocamente se han enriquecido y también contaminado, se queda en un divertimento barato con tufillo de novelita espiritual.
Se salva, sin requerir salvación
alguna, el elenco de la película.
La Dench, el gran Bill Nighy, Maggie Smith, el soberbio Tom Wilkinson ,
Celia Imrie, el fantástico Ronald Pickup y Penélope Wilton están muy por encima
de la historia que les pusieron a contar. Su profesionalismo quedó ratificado al mantener
la estatura actoral que todos tienen no obstante la pobreza
argumental de una historia cuya banalidad resulta más ofensiva por pretender
ocultársela tras las caretas baratas de la confrontación cultural y la búsqueda
espiritual.
Todo es tan predecible y tonto en
El exótico Hotel Marigold que hasta
para mostrar a la mujer india se echa mano nuevamente del prototipo de belleza
que en Quién quiere ser millonario encarnó
Freida Pinto. Tena Desae, la actriz que personifica a la bella joven de la que está enamorado el
dueño-conserje del Hotel Marigold (quien si no Dey Patel también de Quién quiere ser millonario), es una
muñequita de poner, un exótico adorno que realza la caricatura que en esta
película se nos enrostra de la
cultura india, una cultura que no es un trapo variopinto que se vocea por las
calles y que se vende por unas pocas rupias, sino un tapiz que tiene que ser visto desde dentro y no desde la perspectiva del que deforma lo que ve para ajustarlo a la medida de sus frustraciones y sus sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario