FITZCARRALDO

FITZCARRALDO
FITZCARRALDO. Werner Herzog. Klaus Kinski

domingo, 7 de octubre de 2012

EL EXÓTICO HOTEL MARIGOLD



TÍTULO ORIGINALThe Best Exotic Marigold Hotel
AÑO2011
DURACIÓN124 min
PAÍSReino Unido
DIRECTORJohn Madden
GUIÓNOl Parker (Libro: Deborah Moggach)
MÚSICAThomas Newman
FOTOGRAFÍABen Davis
REPARTOJudi DenchBill NighyMaggie SmithTom WilkinsonCelia ImrieRonald Pickup,
Penelope WiltonDev PatelTena Desae
PRODUCTORAFox Searchlight Pictures
GÉNEROComediaDrama | Comedia dramáticaVejez
Clasificación : Buen plan


Si me ponen  a escoger entre un buen guión con actores del montón y un guión del montón con buenos actores,  sin dudarlo me quedo con el buen guión en manos de actores discretos. Prefiero la   película cuya historia  es mejor que sus actores,  que  aquella a cuyo reparto le queda chica la historia que se cuenta. En El exótico hotel Marigold es clarísimo que mientras que el reparto destila profesionalismo y genialidad, su guión apenas si rezuma mediocridad.  

En la nueva película John Madden (entre otras suyas, La Deuda, 2011 y Shakespeare in love, 1998) un heterogéneo grupo de setentones ingleses decide buscar suerte en un hotel de la India que ofrece en sus folletos publicitarios toda suerte de ignotas maravillas.   

La sola forma de plantear la historia permite anticipar la cascada de clichés con la que se armará la película. Bangalore, la ciudad donde se desarrolla la manipulación facilista de la película, es, como tenía que ser, una ciudad colorida, caótica y bulliciosa en la que sus habitantes se mueven bajo el impulso primario de un comercio callejero surcado por zigzagueantes rickshaws, los emblemáticos bicitaxis de algunas ciudades indias. Es en medio de estas calles, que más parecen ventorrillos en día de fiesta, que nuestros flemáticos ingleses se encontrarán consigo mismos; serán los rostros achocolatados y silentes de sus habitantes y el estallido de colores de sus toldos los que terminarán royendo las corazas que todos traían y que tanto los ensombrecían y entristecían.  En el ocaso de sus vidas será un hotel desvencijado y sucio el que les permitirá reconocerse, aceptarse  y, a partir de ese hallazgo tardío, encarar el último  kilómetro  de sus vidas.

Será posible un empastado más tópico que el acabo de describir?  Todavía hay alguien que se trague el embuste de que no hay más que pisar suelo indio para que una irrefrenable ventisca de espiritualidad nos brille el alma? Como es posible que aún perdure esa visión colonialista que se empeña en mostrarnos las ciudades indias como unos bazares pintorreteados henchidos de baratijas?  Habrá alguien todavía dispuesto a comprar el  falsete según el cual solo en el misterioso oriente es factible, por una suerte de indescifrable sortilegio,  volver a amar? 

El exótico hotel Marigold  es una burda suma de todos estos lugares comunes.  Lo que pudo haber sido una inmersión en el encuentro de unas culturas que  recíprocamente se han enriquecido y también contaminado, se queda en un divertimento barato con tufillo de novelita espiritual.

Se salva, sin requerir salvación alguna, el elenco de la película.  La Dench, el gran Bill Nighy, Maggie Smith, el soberbio Tom Wilkinson , Celia Imrie, el fantástico Ronald Pickup y Penélope Wilton están muy por encima de la historia que les pusieron a contar. Su profesionalismo quedó ratificado al mantener la estatura actoral que todos tienen no obstante la pobreza argumental de una historia cuya banalidad resulta más ofensiva por pretender ocultársela tras las caretas baratas de la confrontación cultural y la búsqueda espiritual.

Todo es tan predecible y tonto en El exótico Hotel Marigold que hasta para mostrar a la mujer india se echa mano nuevamente del prototipo de belleza que en Quién quiere ser millonario encarnó Freida Pinto. Tena Desae, la actriz que personifica a la bella joven de la que está enamorado el dueño-conserje del Hotel Marigold (quien si no Dey Patel también de Quién quiere ser millonario), es una muñequita de poner, un exótico adorno que realza la caricatura que en esta película se  nos enrostra de la cultura india, una cultura que no es un trapo variopinto que se vocea por las calles y que se vende por unas pocas rupias, sino un tapiz que tiene que ser visto desde dentro y no desde la perspectiva  del que deforma lo que ve para ajustarlo a la medida de sus frustraciones y sus sueños.
  


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