TITULO ORIGINAL | Frozen River | ||
AÑO | 2008 | Ver trailer externo | |
DURACIÓN | 97 min. | Trailers/Vídeos | |
PAÍS | EEUU | ||
DIRECTOR | Courtney Hunt | ||
GUIÓN | Courtney Hunt | ||
MÚSICA | Peter Golub, Shahzad Ali Ismaily | ||
FOTOGRAFÍA | Reed Dawson Morano | ||
REPARTO | Melissa Leo, Misty Upham, Charlie McDermott, Michael O'Keefe, Mark Boone Jr. | ||
PRODUCTORA | Sony Pictures Classics | ||
WEB OFICIAL | http://frozenriverthemovie.com/ |
Clasificación : Muy recomendada
Se ha dicho siempre, entre tintinólogos, que la aventura más íntima del joven reportero belga, la que más compromete sus sentimientos, es Tintin en el Tibet. También se ha dicho de ella que algo tiene de autobiográfica y que es el libro más blanco del inolvidable Hergé. Basta hojearlo para encontrarse, en muchas de sus páginas, con el sobrecogedor paisaje tibetano: picos escarchados y blanquísimas extensiones. El blanco en esta aventura es helado, solitario y, buena parte del tiempo, desesperanzado.
La blancura de Tintín en el Tibet tiene un efecto similar a ese otro blanco, también inmenso y desolador, de Río Helado. El primer acierto de la película es la simpleza, acá sinónima de limpieza, de su historia: una mujer ha sido abandonada por su esposo jugador. El hombre huyó con el dinero que tenían para pagar la endeble casa donde la mujer se ha quedado sola con sus dos hijos. Adolescente el uno y niño el otro. En su rostro ajado la mujer, magistralmente interpretada por Melissa Leo, evidencia los estragos de una vida de amarguras y privaciones. Pero lejos de ser la víctima o la flor quebrada, es el arrojo enturbiado del resentimiento. En la búsqueda del que huyó encuentra su carro: lo había robado una india mowak con la que traba una extraña relación que evolucionará, con un ritmo magistral, a lo largo de esta sorprendente película.
La mujer india se dedica al contrabando de gente que cruza ilegalmente la frontera entre los Estados Unidos y Canadá. El sistema parece simple: se recoge a las personas en un punto determinado y se las oculta en el baúl del carro. Se cruza el río helado y se las entrega al otro lado. La paga es buena y la madre angustiada y necesitada ve, en ese tráfico humano, helado e incomunicado, la posibilidad no sólo de que no le quiten su casa sino también la opción de comprar una nueva, de hacer realidad, para sus hijos más que para ella, el sueño de un folleto comercial.
Los méritos de la película son muchos. La historia sobrecoge sin ser sobrecogedora. Avanza como sólo se puede avanzar cuando el frío nos cala los huesos: no podemos correr porque la nieve nos lo impide pero si nos quedamos quietos morimos congelados. Simplemente avanzamos. Las actuaciones son soberbias porque se deshacen sutilmente de los rótulos tradicionales de la buena actuación. La mujer es quien es y Melissa Leo logra aquello que le es propio a una gran actuación: que se nos olvide, viéndola, que está actuando. Lejos no le quedan sus compañeros. La india, caracterizada por Misty Upham, se nos antoja de hielo pero un temperamento gélido al que se le sobrepone, sin alardes emotivos, la solidaridad y la entrega de una mamá.
Tengo que confesar mi personal gusto por las películas elementales. Llamo elemental a aquella película que se sirve de una historia cualquiera, elemental y ordinaria; elemental es aquella película cuyos personajes no sobresalen por bellos, inteligentes o valientes. Personajes que encarnan ese torrente anónimo cuyo extraordinario valor es la cotidianidad, el dolores y el sacrificio anónimos y, no pocas veces, las felicidades mínimas.
Río Helado es una gran elemental película. Nos toca sin apelar a las emociones periféricas; nos cala hondo con su historia de desespero y anhelo, de amor adusto pero profundamente sincero.
Río Helado es una película simple pero a la vez sólida y conmovedora . Así lo dice su escena final: un carrusel impulsado a pedal por el mayor de los hermanos y en el que giran, anclados y a la vez desasidos del mundo, su hermano menor y el hijo que recuperó la india mawak.
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