FITZCARRALDO

FITZCARRALDO
FITZCARRALDO. Werner Herzog. Klaus Kinski

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Los girasoles ciegos


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TITULO ORIGINALLos girasoles ciegos
AÑO2008
DURACIÓN98 min.  Trailers/Vídeos 
PAÍSEspaña  
DIRECTORJosé Luis Cuerda
GUIÓNJosé Luis Cuerda, Rafael Azcona (Novela: Alberto Méndez)
MÚSICALucio Godoy
FOTOGRAFÍAHans Burmann
REPARTOMaribel Verdú, Javier Cámara, Raúl Arévalo, Irene Escolar, Martín Rivas, José Ángel Egido, Roger Princep
PRODUCTORASogecine / Produccions A Modiño / E.O.P.C / Producciones Labarouta
WEB OFICIALhttp://www.girasolesciegos.com

Clasificación : Vale la pena

Los girasoles ciegos es una de esas películas que superficialmente nos envuelven con su atractivo halo para, instantes después, desprender un tufillo a historia ya contada, a  personajes no creíbles (bien distintos a los personajes increíbles), a contrapunteos maniqueos cuyo desenlace, del todo previsible, ensombrece una historia que albergaba madera para mejores tallas.

Elena (Maribel Verdu) es, aparentemente,  una mujer recatada y viuda  que cada día lleva a su pequeño (Roger Princep) a la escuela. Galicia  año 1940. En la casa de la enlutada se esconde su marido (Javier Cámara), un intelectual rojo que huye del franquismo ocultándose en una habitación secreta dentro del armario. También tras su rostro adusto se agazapa una hija (Irene Escolar) que huyó embarazada en compañía de otro disidente (Martín Rivas). Un joven  diácono de nombre Salvador  (Raúl Lorenzo), profesor del pequeño, se obsesiona con Elena, con su sensualidad contenida. Y la sigue, y la persigue,  y su fe se bambolea más o menos al mismo ritmo de las caderas de la inalcanzable Elena.

Los personajes ya los conocemos: el sacerdote lascivo que encubre mal su lujuria tras  sotana ; el intelectual incomprendido que dará su vida por una causa y la mujer  que sin quererlo terminará destrozada por los hilos que a su alrededor su fueron tensando. La historia nos lleva pero no nos sorprende. A Cámara se le ve cansado, no por el encierro del personaje sino por el personaje mismo. La doblez de Lorenzo no es maldad, es apenas un esfuerzo actoral que no convence. Maribel no lo salva todo pero es comprensible que  nos aferremos a su papel tan inseparable, como siempre, de su excepcional belleza.

La historia logra, quizás, una carambola sencilla. De esas que no requieren ni efectos, ni cálculos, ni siquiera suerte. Las carambolas de las buenas películas son a tres bandas, decisorias, sorprendentes e inesperadas.

Las impresiones que inicialmente quedan al ver Los girasoles ciegos son buenas pero  más adelante fueron sus vacíos y flaquezas los que hicieron evidente, no tanto la ceguera de los girasoles, como la falta de luz que los deshizo. 

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