TÍTULO ORIGINAL Red
AÑO 2010
DURACIÓN 111 min.
PAÍS Estados Unidos
DIRECTOR Robert Schwentke
GUIÓN Jon Hoeber, Erich Hoeber (Cómic: Warren Ellis)
MÚSICA Christophe Beck
FOTOGRAFÍA Florian Ballhaus
REPARTO Bruce Willis, John Malkovich, Morgan Freeman, Helen Mirren, Karl Urban, Mary-Louise Parker, Rebecca Pidgeon, Ernest Borgnine
PRODUCTORA Di Bonaventura Pictures / Summit Entertainment
WEB OFICIAL http://www.red-themovie.com/
PREMIOS 2010: Globos de Oro: Nominada a la mejor película comedia/musical
GÉNERO Acción. Comedia | Cómic
Clasificación : Vale la pena
Es una película que se deja ver. Eso dicen muchos de Red y al decirlo no expresa otra cosa que esa pasajera aprobación que nos merecen aquellas películas que nos entretienen durante el tiempo que duran pero cuya perdurabilidad es ninguna. Red es, en efecto, una entretenida aventura de un puñado de agentes retirados de la CIA que se ven envueltos en una conspiración que pondrá a prueba esas capacidades que les valieron un retiro rodeado de méritos y respeto.
Es una película que se deja ver. Eso dicen muchos de Red y al decirlo no expresa otra cosa que esa pasajera aprobación que nos merecen aquellas películas que nos entretienen durante el tiempo que duran pero cuya perdurabilidad es ninguna. Red es, en efecto, una entretenida aventura de un puñado de agentes retirados de la CIA que se ven envueltos en una conspiración que pondrá a prueba esas capacidades que les valieron un retiro rodeado de méritos y respeto.
El grupo lo encabeza el ya legendario Bruce Willis y lo secundan con sus halos de recordación y brillo John Malkovich, Morgan Freeman y, con su elegancia intacta y desafiante, la siempre Helen Mirren. A todos se les impone la comprometedora misión de demostrar que a sus y tantos años todavía pueden desafiar y derrotar a legiones conformadas por jóvenes temarios y ambiciosos, es decir, por los jóvenes que ellos alguna vez fueron
Viéndolos ahora es como si ellos, cuasieternos, tuvieran consigo la impronta de la victoria. Si atrás vencieron por su arrojo ahora, cuando la curva vital declina, derrotan con su inteligencia en calma y con su demoledor humor.
Viéndolos ahora es como si ellos, cuasieternos, tuvieran consigo la impronta de la victoria. Si atrás vencieron por su arrojo ahora, cuando la curva vital declina, derrotan con su inteligencia en calma y con su demoledor humor.
De la misión salen airosos no tanto por haber vencido al potente adversario sino por haberse convencido a sí mismos que el de ahora es más un tiempo de entretención, diversión e, incluso y sin la cursilería con la que pudiera asociarse la expresión, un tiempo de amor. Atrás quedó la agresión y la inocua demolición.
Es tal la buena química que hay entre estos veteranos que no cuesta trabajo imaginarlos bromeando en las pausas de la filmación. Debieron divertirse un montón y eso alcanza a percibirse, no pregunten de qué manera, en la película. Es eso precisamente lo que la salva de ser una película del montón; es ese halo de camaradería y burla entre estos actores que tanto queremos lo que hace que Red sea una película que, con especial gusto, se deja ver.
Si hay películas que como Red se dejan ver, las habrá, por oposición, que no se dejan ver. De la mano de esta endeble categorización yo creo que las películas que no se dejan ver son aquellas a cuya pobreza argumental se suma el fiasco de su puesta en escena, así se trate de la más ligera y pasajera de las comedias. Pero así como tales películas no se dejan ver, tampoco se dejan ver aquellas que se estrangulan en un malogrado intento de refinación. Nada más inaguantable que esas películas postizas y laberínticas que andan por ahí a la caza de los espectadores sofisticados y cultos que las entiendan. Siempre los encuentran pero no es porque estos las entiendan, es porque forma parte de su pedanteria intelectual preciarse de supuestamente entender todo aquello que los demás no entienden.
Faltan, entre los extremos de las que se dejan ver y las que no se dejan ver, aquellas otras películas en el que el verlas no está precedido ni de una permisión ni, tampoco, de una prohibición. Son aquellas que, simple y gozosamente, se ven. Ante ellas no sentimos que se están dejando ver, como placenteramente sucede en Red, ni que el verlas nos ofende. Sentimos por el contrario que su visión es el prodigioso resultado de haber aceptado una invitación que nunca se nos formuló.
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