La parte de los ángeles
The Angels' Share
Público apropiado: Jóvenes-adultos
Año: 2012
Dirección: Ken Loach
Intérpretes: Paul Brannigan, John Henshaw, Gary Maitland, Jasmin Riggins,William Ruane, Roger Allam, Siobhan Reilly
Guión: Paul Laverty
Música: George Fenton
Fotografía: Robbie Ryan
Distribuye en cine: Altafilms
Distribuye en otros formatos (DVD): Paramount
Clasificación : Vale la pena
Ken Loach, el director de La parte de los Angeles, lleva
haciendo cine desde la segunda mitad de los sesentas. De su nutrida filmografía, mucha de ella en llave con el guionista Paul Laverty, son pocas las películas exhibidas
en las salas colombianas. Su incursión en nuestra cartelera no tiene más
de siete años. Aceptando el riesgo de la equivocación por omisión, El viento
que agita la cebada (2006),
Buscando a Eric (2009) y, en este momento en cartelera, La parte de los ángeles (2012), son los títulos que hemos tenido oportunidad de
ver. Es difícil, con apenas tres películas vistas, caracterizar una obra con
más de treinta calendarios encima. Sin embargo a partir de tan reducida muestra
y con la guía de quienes han seguido su trayectoria, al cine de Loach puede
tenérselo como un trabajo donde predomina - visual, actoral y argumentalmente
hablando - lo espontáneo, lo primario y lo natural . Todo puesto al servicio de
una causa social y, propio del espíritu sesentero de su autor, con cierto ánimo
contestatario de denuncia e inconformidad.
La parte de los ángeles, enseña la película, es ese mínimo
porcentaje de alcohol que se evapora en el proceso de destilación y añejamiento
del emblemático whisky escosés. Ese dos por ciento habrán de bebérselo,
inhalándolo, los ángeles que por allí merodeen.
Roobie, su protagonista, es un joven rodeado de enemigos y de incertidumbres existenciales provocados, los unos y las otras, por su temperamento agresivo y
rebelde. Condenado a realizar
trabajos de rehabilitación social con otros tres compañeros de infortunio, vislumbrará en su desconocido talento
para la cata del whisky, una compuerta para salir de ese mundo opresivo e
injusto que lo ha visto mal crecer.
El cine de Loach tiene ese inconfundible tono con el que uno
termina asociando el modus vivendi de las provincias del Reino Unido. Un tono
tan burdo y simple que termina bordeando la ordinariez. Los jóvenes que
protagonizan La parte de los ángeles carecen de toda esperanza y, también, de
todo refinamiento. Son la muestra, primaria y maniquea, de una generación marcada
por el fantasma de una Europa en crisis. A partir de ese prototipo Loach arma
una historia que usa como estribo
de apoyo el humor y la sorna. Bobbie y sus compañeros de aventura se matriculan en el cliché ya desgastado
del clan disfuncional de amigos desadaptados en el que siempre está el
tontarrón, el inteligente y la infaltable chica que sin ser de ninguno es, a la
vez, la pareja de todos. Sin embargo la historia no se queda, al estilo de la
saga de The hangover, en el encadenamiento hueco de los
chascos que les suceden a estos aventureros marginales. Acomodado en el aburguesamiento
que siempre viene con los años pero fiel aún a sus apegos ideológicos, tras el
entramado cómico de La parte de los Angeles subyace la crítica de Loach a una
sociedad en la que conviven, en inmanente tensión, el desempleado y el
millonario que sin ningún empacho gasta
miles de dólares en una afamada botella de licor.
Sin lograr un relato compacto y convincente, la película de
Loach alcanza, con algo de esfuerzo, un sabor placentero y entretenido. No
tiene ni la estatura narrativa, ni la demoledora e irónica crítica de un Full
Monty pero nos la recuerda de principio a fin por la desfachatez de sus personajes y por esa
manera única del cine británico de mofarse de sus sofisticadas decadencias. En
términos etílicos La parte de los ángeles es más un digestivo, agradable y
ligero, que un single malt lleno de aromas y misterios.