FITZCARRALDO

FITZCARRALDO
FITZCARRALDO. Werner Herzog. Klaus Kinski

lunes, 27 de junio de 2011

AGORA


TÍTULO ORIGINALÁgora
AÑO
2009
DURACIÓN
126 min.  Trailers/Vídeos
PAÍS
  Sección visual
DIRECTORAlejandro Amenábar
GUIÓNAlejandro Amenábar, Mateo Gil
MÚSICADario Marianelli
FOTOGRAFÍAXavi Giménez
REPARTORachel WeiszMax MinghellaAshraf BarhomOscar IsaacMichael LonsdaleRupert Evans,Homayoun ErshadiRichard DurdenSami SamirManuel CauchiHomayoun ErshadiOshri Cohen
PRODUCTORATelecinco Cinema / Mop Producciones / Himenóptero
WEB OFICIALhttp://www.agoralapelicula.com/
PREMIOS2009: 7 Premios Goya, incluyendo mejor guión original y fotografía. 13 nominaciones
GÉNEROAventuras. Romance | HistóricoBiográficoAntigua RomaAntiguo EgiptoCine épico


Clasificación: Buen plan

Por su puesta en escena, por su bien lograda ambientación  y especialmente por su aparente tema - las violentas imposiciones de un cristianismo naciente que arrasa con la cultura, racionalista y a la vez pagana, de un imperio decadente -  Agora, la última película del director español Alejandro Amenabar (Tesis, Abre los ojos, Los otros, Mar adentro) tenía todas las credenciales para presentarse como una de esas epopeyas cinematográficas. Pero no fue así.  Sin saberse si Amenabar optó por otra cosa o si esa otra cosa fue el resultado inesperado de su trabajo, Agora es, contada en un escenario pomposo y grandilocuente,  la  historia de una mujer - la astrónoma Hypatia - cuyo único anhelo era entender como se desplazan los planetas. A su lado su esclavo Davo incuba un amor imposible que lo llevará de la esclavitud a la liberación y de esta a la conversión hasta terminar en un inusual acto de amor y redención.

El haberse concentrado en un personaje de estas características le quitó a la historia su impulso vital y , desde el punto de vista narrativo,  la despojò de una trama que estaba llamada a logros mayores.

Imposible negar el encanto del personaje central pero posible y también necesario decir que  Hypatia y  sus compañeros de historia no tienen, como en aquel entonces los astros y los planetas,  bien definido su rumbo.  La ausencia de un nudo dramático que le de sentido a los seres y a las situaciones que lo conforman, se traduce, en el caso de Agora,  en una sensación de desaprovechamiento y desperdicio.  

La icónica Alejandría y su aún más emblemática biblioteca se quedan a mitad de camino y el espectador solo se pregunta si habrán sido maquetas o los ya no muy deslumbrantes diseños de computador.  

El fatuo tradicional de estas películas de época (confrontaciones de miles, majestuosos derrumbamientos, coliseos o ágoras atestadas de gente…) debe servir de marco a historias de similar talante. Cuando, como en Agora, ello no sucede así, esa parafernalia escénica se vuelve un entramado artificial que, por su inoportuna grandilocuencia, le resta protagonismo al núcleo de la historia.

Es de reconocer en todo caso el buen lente de Amenabar. Buen lente tanto desde un  punto de vista técnico, como desde una perspectiva argumental.

Del primero de ellos se sirve el español para mostrarnos, desde el espacio y con un sistema de aproximación satelital al estilo Google Map, la legendaria Alejandría; lente aéreo del que también se sirve para captar las confrontaciones de credo entre paganos, cristianos y judíos mostrándonolos como hormigas en diáspora, mostrándonolos como lo que real y fatalmente fueron.  Con este juego del lente omnímodo  que es capaz de enfocar el globo terráqueo y pasar luego a la estulticia humana que mata para imponer, paradójica y contradictoriamente, sus dioses únicos, la película transmite esa inquietante desazón de una humanidad condenada a su propia soberbia, es decir, a su propia torpeza.

Y del segundo lente, el argumental,  se vale Almenabar para poner nuevamente sobre la mesa  esa aberración que es , y será por siempre, la imposición ¨- sangrienta o pacífica, calculada o ciega -    de un credo, de una ideología o, simple y llanamente, de una manera de ver y entender esta vida.  Puede ser que la forma con la cual se abordó este tema en Agora  resulte, por enfadada y apasionada, superficial y sesgada.  Sin embargo siempre vendrá bien que se nos recuerden las infamias de las que hemos sido capaces arropados por las túnicas o por las banderas de unas verdades que se quieren únicas y reveladas.

Amenabar quiso con Agora tejer un entramado al que concurrieran los conflictos religiosos de una época, el temperamento altivo y valiente de una mujer y la fuerza devastadora de un amor no correspondido. Todo ello contado desde una perspectiva racionalista que responsabiliza al hombre de sus aciertos y sus desatinos y, por ende, de su propio destino. De ese tejido se salvan muchas puntadas pero como conjunto solo queda una historia plana de esas que obligan a construir reflexiones y no de aquellas otras que, tan sólo viéndolas, zarandean nuestra condición humana.

Nota final: Los cortos de las películas siempre tienen un ritmo trepidante y sugerente que invita a verlas. De eso se trata y para eso son. Sin embargo algo va de esos collages muy bien logrados y casi siempre muy bien musicalizados que son los cortos, a las películas que promocionan. El trailer de Agora insinúa esa fascinante historia  que la película nunca llegó a contar. Verlo es, en todo caso, un buen gusto.








jueves, 23 de junio de 2011

LAZOS DE SANGRE



TÍTULO ORIGINALWinter's Bone
AÑO
2010
DURACIÓN
100 min.  Trailers/Vídeos
PAÍS
  Sección visual
DIRECTORDebra Granik
GUIÓNDebra Granik, Anne Rosellini (Novela: Daniel Woodrell)
MÚSICADickon Hinchliffe
FOTOGRAFÍAMichael McDonough
REPARTOJennifer LawrenceJohn HawkesLauren SweetserSheryl LeeKevin BreznahanIsaiah Stone,Ashlee ThompsonShelley WaggenerGarret Dillahunt
PRODUCTORARoadside Attractions / Anonymous Content / Winter's Bone Productions
WEB OFICIALwww.wintersbonemovie.com
PREMIOS2010: Oscars: 4 nominaciones, incluyendo mejor película y actriz (Jennifer Lawrence)
2010: Sundance: Gran Premio del Jurado, Mejor guión
2010: NBR - Asociación de Críticos Norteamericanos: 2 Premios
2010: Gotham Awards: Mejor película, mejor reparto. 3 nominaciones
2010: 2 Independent Spirit Awards: Mejor actor sec y actriz sec. 7 nom., incluyendo película
GÉNERODrama. Intriga. Thriller | Vida rural (Norteamérica)Drama sureñoCine independiente USA

Clasificación: Muy recomendada

En el thriller tradicional la trama narrativa suele desembocar, con dosis cambiantes de suspenso y dramatismo, en el esclarecimiento de un interrogante: sabremos finalmente quien es el asesino o cual es el eslabón con el que se cierra la cadena; se nos revelará, después de uno que otro merodeo,  el esquivo secreto.

Pudiendo clasificársela como un thriller, en Winter´s bone  - entre nosotros Lazos de sangre -  la última película de la directora americana independiente Debra Granik,  lo más importante no es, aunque también la hay, la resolución de un misterio.  El peso gravitacional del relato no recae sobre la historia contada sino sobre los personajes que la pueblan y transitan. Se trata de unos seres profundos y densos que viven su drama exteriorizando apenas unos mínimos trazos de todo lo que les acontece por dentro. El misterio hubiera podido resolverse de otra forma o incluso no resolverse; en Winter´s bone lo que importa es la forma - desgarradora,  contenida y digna -  como sus personajes afrontan su destino.

Ree Dolly (Jennifer Lawrence) es una joven de diez y siete años aventada bruscamente contra la adultez que se carga con la tarea de buscar a su padre, un drogadicto desaparecido al que buscan las autoridades y al que se le había concedido el beneficio de la libertad condicional. Su búsqueda tiene un sentido: si su padre no aparece perderán la casa, lo único que tienen, lo único que les queda a ella, a sus hermanos y a una mamá sumida en los abismos de un profundo silencio.

La Granik renuncia con maestría a todos los enganches tradicionales, no sólo del thriller habitual, sino del propio relato cinematográfico. No hay belleza - no al menos como solemos esperarla - ni en los personajes, ni en los ambientes, ni en los paisajes que los circundan; tampoco hay esos ritmos trepidantes o ese tonos envolventes con lo que aprendimos a emocionarnos o apaciguarnos. Hay, por el contrario, un ambiente desvencijado y desolado por el que a tropezones se mueven unos seres marginales, unas sombras vivas cargadas de dejadez, dolor y pecado.

¿Cómo puede entonces cautivarnos una historia desprovista de todos esos enlaces, de todos esos encantos con los que solemos asociar el placer de ver una buena película?  Lazos de sangre lo logra deteniéndose, casi que morbosamente extasiándose, en el drama de unas criaturas dejadas de dios y del mundo pero, sobre todo,  en el alma convulsa y confusa de una joven dispuesta a soportar las más difíciles pruebas si con ellas se abre para su familia cuando menos la probabilidad , no de un futuro mejor pero sí, al menos,  la de un pan comido bajo techo.

El mérito de Lazos de sangre está en la contención perfecta de su ritmo, en la inusual recuperación del sentido esencial y primario del relato cinematográfico. Para la muestra una escena: el policía detiene la camioneta en la que viaja Ree con su tío (John Hawkes); le pide que baje, le reprocha algo. El tío no sólo no obedece sino que empuña su rifle como aprestándose a un desenlace violento y rápido. La cámara se posa casi todo el tiempo en el espejo retrovisor; allí se ve – son nuestros ojos los que lo ven -  al tío armado y es así como también lo está mirando, atemorizado, el policía.  Pudo pasar aquello a lo que cinematográficamente nos han habituado: un descenso rápido, un fuego cruzado, salpicones de sangre y quizás un grito sobre el cuerpo agonizante. Nada de eso pasa, todo se queda en esa tensión de lo que pudiera llegar a suceder. Lo explícito es muchas veces redundante; lo implícito se abre a una infinita gama de posibilidades.

La actuación de la Lawrence es impecable como lo es también, sino más, la de Hawkes. Actuaciones hacia dentro, sin rutilancias, sin esos cadejos que han ido uniformando y por ende contaminando las actuaciones del cine comercial.

Muy especial también y muy acorde con el tono sombrío de toda la trama, el manejo que se le da al tema de la droga.  No estamos ante la estigmatización moralista del problema ni, tampoco,  ante su encubierta reivindicación.  Estamos, sin otro juicio que el de la mirada detenida, ante unas vidas consumidas por un espejismo atroz que solo conduce a la desolación.

Para terminar, un elogio de género: se siente, a lo largo y acho de la película, la conducción femenina de la Granik y se la siente no propiamente por la delicadeza o la dulzura de sus imágenes que ciertamente no las tiene, sino por esa capacidad, con el solo bien mirar,  de extraer de las personas, las situaciones y las cosas, más allá de sus transitorias apariencias,  su  más íntima esencia. La última escena, tan contenida como conmovedora,  es una muestra magistral de esa destreza.  Muchas películas pasan, muy pocas, como Lazos de sangre, se quedan.

Nota final: las imágenes y las música quizás puedan decir mucho más




domingo, 19 de junio de 2011

PIRATAS DEL CARIBE : EN MAREAS MISTERIOSAS



ÍTULO ORIGINALPirates of the Caribbean: On Stranger Tides (Pirates of the Caribbean 4)
AÑO
2011Ver trailer externo
DURACIÓN
141 min.  Trailers/Vídeos
PAÍS
  Sección visual
DIRECTORRob Marshall
GUIÓNTed Elliott, Terry Rossio (Novela: Tim Powers)
MÚSICAHans Zimmer
FOTOGRAFÍADariusz Wolski
REPARTOJohnny DeppGeoffrey RushPenélope CruzIan McShaneSam ClaflinKevin R. McNallyAstrid Berges-FrisbeyÓscar JaenadaRobbie KayKeith RichardsJudi Dench
PRODUCTORAWalt Disney Pictures / Jerry Bruckheimer Films
WEB OFICIALhttp://disney.com/pirates/
GÉNEROAventuras. Fantástico. Acción | Aventuras marinasPiratasCapa y espadaSecuela3-D

Clasificación: Mejor quedarse en casa

La atracción es una fuerza.  Es por ella que un cuerpo se desplaza hacia otro; es debido a ella que dos cuerpos, distantes antes, ahora se encuentran. Decimos que algo nos atrae cuando nuestra atención se desplaza hacia el objeto del que emana, sutil o vigoroso, ese poder de imantación.

Suele atraernos, con la relatividad cultural del concepto, lo bello pero puede igualmente atraernos su opuesto, lo feo. A la atracción como fenómeno sensorial le resulta indiferente el objeto que la propicia. Lo cierto es que el atraído siente que algo externo lo contacta y desencadena de inmediato una exigencia de atención que puede llegar a comprometer la razón y, en el mejor - o en el peor - de los casos, el propio corazón.

Para despacharla con la nota mediocre que dan las taquillas comerciales, de Piratas del Caribe: en mareas misteriosas o, simplemente,  de Piratas del Caribe 4 se dice que es una atracción apenas  pasable, que si se sabe a qué se va y qué puede esperarse,  la entretención está más que asegurada. 

Personalmente ni me parece que esta última aventura Jack Sparrow (Johnny Depp) sea una atracción pasable, ni creo que uno se entretenga mejor si, por habernos sido anunciada,  nos hayamos predispuesto  a deleitarnos con la entretención esperada.

No es, en primer lugar, una atracción apenas pasable porque es precisamente este tono menor de lo “apenas pasable” lo que contradice la esencia misma de la atracción. Piratas del Caribe 4 es un relato disparatado que quiso ser una aventura y se quedó a mitad de camino cubriendo sus deficiencias, argumentales y narrativas, con unos paisajes exóticos y con unos encuadres cuyos logros impecables no contrarrestan la pobreza de la historia.  Depp le da a su actuación tan poca importancia como la que a la película le da el espectador.  Para que una actuación sea realmente buena no basta la destreza histriónica del actor; se necesita una dosis muy alta de entrega y pasión. Jack Sparrow es un personaje, sin duda bien actuado por Depp, pero olvidable y enteramente prescindible para la mente aventurera que busca en este tipo de películas, infantil y felizmente, héroes y villanos.  Y que decir de la trajinada Penélope Cruz y su deplorable misión de aportarle un toque de sensualidad a la historia.  Su personaje es un completo emplaste que se debate - y a la vez se deshace -  entre lo bello y lo gracioso sin siquiera rozar ni lo uno ni lo otro. Resultado obvio de tanta impostura es una pareja sin un ápice de encanto, sin un gramo de empatía.

Decir, de otra parte, que se la pasa mejor si al ir al cine y, especialmente, si al ir a una película del tipo de Piratas del Caribe, uno se despoja de todo tipo de expectativas y se rinde, conscientemente, al placer primario de la mera entretención, es un argumento tan manido como inaceptable. Al cine siempre se va, al cine siempre ha de irse, con un montón de expectativas y la entretención que nos provoque lo visto en la pantalla no es el resultado de una predisposición anímica sino la consecuencia mágica de un relato bien logrado, sea este el de un niño de palo al que le crecía nariz cuando mentía o el de un asesino que, antes de matarlas, despellejaba a sus víctimas adolescentes. Piratas del Caribe y con ellas muchas de su género quiere venderse, disculparse y también auto elogiarse pregonándose como una buena entretención sin mayores pretensiones. Error. Las buenas entretenciones siempre están cargadas de grandes pretensiones; es por estarlo que logran esas conmociones del ánimo. La entretención no tiene porque estar  indisolublemente ligada a la ligereza, a la burda superficialidad. Una buena película siempre es entretenida; el cine mismo es inconcebible sin el concepto de la entretención.  Lo que entretiene distrae, deleita, divierte y detiene; lo que entretiene hace más llevadera la vida y de eso, en su esencia más íntima, está hecho el cine. A Piratas del Caribe 4 no la salva el que uno la demerite antes de verla; lo poco que alcanza su trama es el resultado de su pobre aunque costosa concepción y ese defecto no se corrige con una buena disposición de entretención. Todo lo contrario: es esa disposición de entretención, connatural del ir al cine, la que sale enteramente defraudada después de los devaneos, poco aventureros, del pirata Sparrow y su combo.  

Dos notas para terminar.  La una sobre la dirección de Rob Marshall (Chicago y Nine) para decir que vuelve, inconfundible, con sus acentos grandilocuentes y sus montajes fastuosos, los mismos que después de sus destellos dejan en sombras los escenarios donde antes resplandecieron. La otra sobre la escena de las sirenas que nos reconcilia, acaso por un momento, con la estética de la fantasía. 

domingo, 12 de junio de 2011

EL MUNDO ES GRANDE Y LA SALVACIÓN ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA



TÍTULO ORIGINALSvetat e golyam i spasenie debne otvsyakade (The World is Big and Salvation Lurks around the Corner)
AÑO
2008
DURACIÓN
105 min.  Trailers/Vídeos
PAÍS
  Sección visual
DIRECTORStephan Komandarev
GUIÓNYurii Dachev, Stephan Komandarev, Dusan Milic (Novela: Ilija Trojanow)
MÚSICAStefan Valdobrev
FOTOGRAFÍAEmil Hristow
REPARTOMiki ManojlovicCarlo LjubekHristo MutafchievAna PapadopuluLyudmila CheshmedzhievaNikolai UrumovVasil Vasilev-ZuekaDorka GryllusHeinz Josef BraunStefan Valdobrev
PRODUCTORACoproducción Bulgaria-Alemania-Eslovenia-Hungría; RFF International / Pallas Film / Vertigo/Emotionfilm / Inforg Stúdió / BNT
WEB OFICIALhttp://www.piramide-films.com/mundo-grande.html
GÉNERODrama | Comedia dramáticaRoad Movie

Clasificación : Vale la pena

Las buenas películas, las perdurables, son como el salmón. Nadan contra la corriente.  Remontan los ríos desafiando el sentido de sus cauces para luego volver al mar donde ya sabrán diferenciar lo dulce  de lo salado. 

Cuando uno se detiene en la colección imaginaria de las grandes películas encuentra siempre en ellas ese sello de rebeldía, esa impronta propia del que se arriesga a decir de otra manera lo que ya tantas veces se ha dicho.  A ese nado opuesto lo empuja un deseo oscuro de aproximarse de otra forma a las verdades y a las mentiras que nos circundan. El salmón de la genialidad nunca aspira a la notoriedad, la obtiene como presea de su desafío y no nada a contracorriente para diferenciarse de los demás peces; se diferencia de los demás peces porque nada a contracorriente. Es distinto, es profundamente distinto.

El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina, la película del director búlgaro Stephan Komandarev , es una muy bien lograda movie road, que nada serena y tranquila dejándose llevar - y llevándonos de paso - por la corriente predecible de estas historias de camino. Después de un accidente automovilístico en el que fallecen sus padres, Alex (Carlo Ljubek), que iba en el coche con ellos, pierde su memoria.  Será su abuelo Bai Dan ( Miki Manojlovic) quien acompañará a su nieto en una travesía ciclística que lo llevará a la lenta y algo fantasiosa recuperación de su pasado, un pasado que nos es contado a través de un relato que se desliza entre presentes y pasados.

La películas está llena de todos los elementos que normalmente se asocian con este tipo de historias. Los paisajes son espectaculares; abuelo y nieto construyen una relación de respeto y complicidad;  el pasado esquivo va reapareciendo en escenas cargadas de una poesía elemental que a nadie sorprende y a todos acaricia. Pareciera que pedalear en una tándem por las empinadas montañas es cosa fácil, que basta dejarse llevar por el viento para cruzar, como si nada, un buen pedazo de Europa. Y para cerrar un bello cuento de sensibilidad y fantasía,  al final de la travesía aparece la mujer de los sueños,  tan hermosa y tan postiza como toda la historia que con ella culmina.

Todo lo anterior no demerita la película, puede incluso enaltecerla si se la mira como un recorrido del corazón en el que tanto la trama como los personajes se desenvuelven con la levedad artificial que les imprime un guión sentimental.  La falla en El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina es que nada falla. Estamos ante una historia bien contada, bien ambientada y, también, conmovedora a la que le falta un impulso de contrariedad. Hay que volver a decirlo: el buen cine es aquel que de una u otra forma nada en contra, aquel que serpentea donde la línea suele ser recta y también aquel que va derecho donde el recoveco se había impuesto.  La película del búlgaro Komandarev es un placer para los ojos, no una inquietud para el alma. Con una destreza admirable El mundo es grande echa mano de todo un equipaje de situaciones y recursos conocidos que suelen no fallar en los proyectos cinematográficos donde el objetivo central es atrapar al espectador con maquillajes emotivos.  Por eso, precisamente por eso,  es la película perfecta para ganarse los premios del público pero es también por eso, precisamente por eso, que no va más allá de la emoción periférica.

Que sea o no un atrevimiento decirlo, no lo sé; que sea artística o cinematográficamente inexacto decirlo, tampoco lo sé. A lo mejor es que no se trata  de saber o no saber algo sino de intuir que la mejor expresión es y será siempre  aquella que vulnera - con o sin violencia - el lenguaje aceptado, aquella que se lanza al vacío corriendo el riesgo, para que se le oiga de otra forma, de no ser oída.

Tanto la obra de un director específico como el cine de un determinado país son el resultado de todo un proceso de maduración en el que se dan cita aciertos, aprendizajes, errores, abandonos y hallazgos. Aunque puede haber destellos individuales, el buen cine ni se hace ni se aprende a ver de la noche a la mañana. Hay trechos que recorrer,  trechos amenazados  por esos cómodos desvíos que conducen al extravío.  Es muy poco, poquísimo, el cine búlgaro que se ve en Colombia. Con el desconocimiento que esto implica me atrevo a decir que si El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina es una muestra de un cine que empieza a trepar la cuesta, los pronósticos son más que favorables; si por el contrario es un ejemplo de un cine con obras consolidadas,  habría que decir que la película de Komandarev se dejó llevar por la comodidad de los lenguajes aprendidos pero que se palpa en ella el talento para  incursionar en el terreno incierto de la diferenciación, que se le sienten las agallas para remontar el río como lo hace el salmón. 

Nota: Dicen los que lo juegan que en la simpleza del backgammon está su complejidad. En la película está presente de principio a fin. Véanlo y, si fuera posible, siéntanlo.  


domingo, 5 de junio de 2011

EL INFIERNO



TÍTULO ORIGINALEl infierno
AÑO
2010
DURACIÓN
150 min.  Trailers/Vídeos
PAÍS
DIRECTORLuis Estrada
GUIÓNLuis Estrada, Jaime Sampietro
MÚSICASantiago Ojeda
FOTOGRAFÍADamián García
REPARTODamián AlcázarJoaquín CosíoElizabeth CervantesErnesto Gómez CruzMaría RojoJorge ZárateDaniel Giménez CachoSalvador SánchezDagoberto GamaIsela VegaAlejandro CalvaChristian FerrerJosé SefamiEmilio GuerreroDaniel MartínezMauricio IsaacEdwarda GurrolaAngelina PeláezZaide Silvia GutiérrezSilverio PalaciosMario AlmadaGerardo TaracenaTony DaltónCarlos CobosGabino RodríguezÁlex PereaTenoch Huerta
PRODUCTORABandidos Films / IMCINE / CONACULTA / FOPROCINE / EFICINE / Bi.100 / Estudios Churubusco
WEB OFICIALhttp://www.elinfierno.com.mx
PREMIOS2010: Goya: Nominada a la Mejor película hispanoamericana
2011: Ariel: 9 premios, incluyendo Mejor película, director y actor (Alcázar)
GÉNERODrama. Thriller | CrimenComedia dramáticaPolíticaMafiaDrogas



Clasificación : Vale la pena

Aunque como colombiano uno esté acostumbrado a novelas, series, películas y libros cuyo núcleo es el narcotráfico, El infierno, la última película del mexicano Luis Estrada (La ley de Herodes, Un mundo maravilloso), sorprende por su tono y por la forma, quizás no innovadora pero sí irrespetuosa, creativa y fresca, de abordar un tema que entre nosotros ya está  desgastado por el sonsonete repetitivo y plano con el que se lo ha venido tratando.  Quizás sea una inaceptable simplificación decirlo, pero acá en Colombia  lo narco siempre está asociado a unas jergas ya muy reconocibles; a unos capos o “traquetos” que siempre andan rodeados de unas mujeres moldeadas con bisturí, gánsteres provincianos que siempre lo resuelven todo a punto de plomo no sin antes, fervorosamente, encomendarse a alguna  virgen y estar siempre pendientes, por lo buenos hijos que son, de sus queridas madrecitas.

El infierno tiene todos esos elementos pero los maneja de otra manera; los despoja de su grandilocuencia y los relativiza, al punto de la ridiculizarlos, con esa manifestación  inconfundible de la inteligencia: el humor.  Benjamín García (Damián Alcazar) regresa a su pueblo después de vivir el desencanto del sueño americano.  Con los bolsillos vacíos y ante un desolador panorama de pobreza y violencia Benjamín se entera que antes de  morir, su hermano, El diablo,  se había metido en los turbios negocios de la droga.  Como si fuera una herencia maldita el deportado García también terminará en ese infierno cuyos círculos concéntricos son siempre los mismos: ostentosas camionetas, alcohol, líneas blancas de coca, mujeres voluptuosas, autoridades corruptas y ese sello tan propio de cargar siempre, a mares, armas y billetes.   

El infierno, a diferencia de otras películas de igual o similar temática, le imprime a su  historia un tinte caricaturesco y al hacerlo logra un particular y desconcertante efecto: es la deliberada sorna de Estrada la que le da la verdadera y  trágica dimensión a la situación que se relata.  La burla bien hecha es la mejor denuncia y El infierno es una muestra de que no es necesario apelar a los tonos densos y complejos para describir unas situaciones que por absurdas fácilmente lindan con la irrealidad.

Los ambientes estériles e hirvientes le dan a la historia un color amarillento y un aire polvoriento. Las actuaciones, sobresalientes, transmiten un aire de autenticidad y la pobreza - en todas sus dimensiones - es más que palpable en ese pueblo olvidado de Dios donde un par de familias se disputan a balazos el enclenque reinado de la droga.  Todo esto no es el resultado del azar ni es, tampoco,  una cámara  apuntándole a un lugar cualquiera del norte o del sur de México.  El ambiente de El infierno sale de su historia, de sus personajes extremos, de esos falsos paraísos incrustados en la miseria, de esas riquezas que no hacen más que realzar la extrema miseria de sus tenedores

Estrada se da el lujo, quizás un tanto desbordado,  de exponer la historia a ciertos absurdos.  Sacrifica la credibilidad del relato con el sólo propósito de mostrar que cuando se combinan, la violencia, la corrupción y el afán del dinero fácil no reparan ni en lógicas ni en racionalidades. Para hablar de lo absurdo que mejor que hacerlo, cuerda y mordazmente, desde el absurdo mismo. Esa es la genialidad de Estrada que quiso, con ocasión del bicentenario de la independencia mexicana, burlarse de su país y mostrar como las opulencias inmaduras, sean personales o nacionales, siempre se apoyan en la miseria de muchos.